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León Londoño, aquel Hombre del Tabaco

Murió el dirigente con el que el fútbol colombiano dejó de ser un juego de parque y se convirtió en la ilusión de un país. Recuerdos del hombre que encendió la leyenda.

8 de octubre de 2012 Por: Redacción El País

Murió el dirigente con el que el fútbol colombiano dejó de ser un juego de parque y se convirtió en la ilusión de un país. Recuerdos del hombre que encendió la leyenda.

Aunque impredecible hasta la eternidad, a veces la muerte se anuncia mucho antes de llegar. Las personas suelen tener manías, trabajos, caprichos, obsesiones que, a veces también, terminan por precipitar el encuentro con su único destino irremediable. Fallecer, entonces, puede resultar una asociación natural. En 1994, a nadie le extrañó más de lo necesario que Ayrton Senna, un piloto acostumbrado a quebrantar las leyes de la física en su auto de carreras, terminara sus días en un choque; o que en el 2006, Steve Irwin, el célebre australiano conocido como el Cazador de Cocodrilos, perdiera la vida por el ataque de una raya látigo que nadaba a su lado. Aunque todos adoloridos, a ninguno de quienes ayer hablaban de León Londoño Tamayo, les pareció raro que hubiera fallecido víctima de neumonía y problemas respiratorios. El dirigente que en la madrugada de este sábado murió en una clínica de Bogotá también era conocido como El Hombre del Tabaco.Su gusto por los habanos era un asunto sin límites, sin tiempos, sin espacios. Willington Ortiz, por ejemplo, recuerda que incluso cuando él, como Presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, se sentaba a negociar con los jugadores los premios que se iban a entregar en tal o cual partido, un puro siempre estaba encendido en su mano. Y así permanecía en su oficina, en una rueda de prensa, en los estadios. Incluso son pocas las fotos en las que se ve sin un cigarro colgando de labios o dedos. Y cuando las fotos aparecen Londoño se ve raro. Es como repasar un álbum del recuerdo y encontrar a Ayrton Senna lejos de un auto de carreras o al Cazador de Cocodrilos sin un lagarto entre las manos.Historia de un grande Londoño Tamayo, nacido hace 83 años en Jericó, Antioquia, fue miembro honorario de la Federación Internacional de Fútbol Asociado, Fifa, y es recordado por logros que permitieron que el fútbol colombiano empezara a ser reconocido a nivel internacional.Aunque hay quienes dicen que junto con Alfonso Senior logró la adjudicación de la sede del Mundial de 1986 (que finalmente rechazó el presidente Belisario Betacour), la verdad es que esa no fue gestión suya. De hecho, luego lo intentó en varias oportunidades pero la adjudicación para el país resultó imposible. Y esa fue su gran frustración como dirigente. El periodista Óscar Rentería recuerda que, una vez hablando del tema, Londoño se lo confesó así. Su recorrido en el fútbol nacional comenzó en 1959 como directivo del Cúcuta Deportivo. Ese fue el punto de partida desde donde alcanzó todos los estamentos: divisiones menores, Difútbol, Dimayor y la Presidencia de Federación Colombiana de Fútbol, en la que estuvo entre 1982 y 1988.Desde allí realizó cambios fundamentales, pero quizás el mayor fue haber apostado por Francisco Maturana. Fue él, Londoño, quien lo nombró seleccionador nacional en un momento de crisis y fue él quien respaldó que la base del equipo se armara sobre el Nacional campeón de la Copa Libertadores del 89. El Hombre del Tabaco no se equivocó: tras 28 años de ausencia la selección volvió a un Mundial y en Italia 90 alcanzó su mejor participación, clasificando a octavos de final.Ese equipo fue una leyenda. Detrás de los tipos sobre los que estallaban los reflectores de la fama: El Pibe, Rincón, Higuita, Estrada, un tabaco, mientras, permanecía encendido en alguna parte. ***Sufría de Dislexia. A veces ese hombre, lúcido para negociar los caprichos de algunos jugadores con síndrome de extraterrestres, confundía las palabras más terrenales. Entonces en vez de vaso podía decir paso, en vez de harto se podía escuchar parto. Pero eso nunca fue un problema para él, que era un paisa sin complejos. Óscar Rentería dice que así, arrastrando la ESE, como el “antioqueño más campesino”, lo vio hablar de tu a tu con Joao Avelange, presidente de la Fifa.Y su voz, dice Rentería, no sólo era escuchada sino respetada. Tanto así que su intervención evitó una sanción para el fútbol colombiano tras la muerte del árbitro Álvaro Ortega, en inmediaciones del estadio Atanasio Girardot de Medellín, minutos después de haber pitado un partido entre Medellín y América en 1989. “Fue un conciliador”, dice de él el comentarista radial Mario Alfonso Escobar, quien recuerda también su buen humor, cierto desparpajo que siempre lo hizo cercano a jugadores, periodistas, técnicos. Un tipo casi folclórico, pero con gran capacidad dirigencial.“Estoy muy triste con la noticia de la partida de uno de los mejores dirigentes del fútbol colombiano. Tal vez el más grande en la historia de nuestro fútbol. Un hombre al que le aprendimos mucho y al que conocimos y respetamos”, comentó el presidente de la Dimayor, Ramón Jesurúm.Ayer la Dimayor ordenó un minuto de silencio en todos los estadios donde hubo fecha. Un minuto en el que tampoco debió encenderse ningún tabaco en Colombia.Reacciones”Fue un excelente dirigente, tanto en el fútbol como en el movimiento olímpico. Era tan colaborador, que varias veces aportó de sus recursos económicos para las actividades del Cómité Olímpico. Además fue una persona especialmente simpática, que tenía el apunte a flor de labio. Será recordado como uno de los grandes de nuestra dirigencia deportiva”. Fidel Mendoza, ex presidente del Comité Olímpico Colombiano. ”Él era el hombre que más conocía del fútbol en el país. Un señor que logró que nuestro fútbol empezara a ser reconocido en todo el continente”. Willington Ortiz, exfutbolista.

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