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James Rodríguez, futbolista colombiano. | Foto: Tomado de Internet

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James Rodríguez virtual: la realidad del 10 colombiano (Opinión)

La banda ancha donde se exhibía la fantasía de esa zurda de Brasil 2014 lo extraña. Le ha enviado invitaciones para que se conecte, pero él prefiere seguir navegando por la autopista del entretenimiento.

22 de agosto de 2021 Por: César Polanía - Editor de Afición / El País

Está conectado siempre. Una pantalla es su cancha. Un control es su pierna izquierda. Miles y miles de ‘gamers’ son sus hinchas. Y las declaraciones que hace son sus goles. O mejor, sus autogoles. James es un jugador virtual.

La realidad en este ‘10’ es asunto del pasado. A veces la vida pareciera hacerle ‘click’ y abrirle una nueva ventana en Italia, Portugal o España, porque en Inglaterra Benítez no le quiere dar línea, pero él olvidó la contraseña. Y ahora navega como un usuario ‘pirata’ que ayer ilusionó a los ‘toffees’ y hoy los tiene con la señal caída. Muchos le han bajado el pulgar. Pocos le dan ‘like’. Es que su mejor jugador no sabe contra quién juega el Everton este sábado. Anda en la nube. James es un jugador virtual.

La banda ancha donde se exhibía la fantasía de esa zurda de Brasil 2014 lo extraña. Le ha enviado invitaciones para que se conecte, pero él prefiere seguir navegando por la autopista del entretenimiento. Todos le piden ‘enter’, él responde con un ‘delete’. Es como si le hubiera entrado un virus que lo mantiene aislado de su propio talento. El de sus pies en la cancha. No el de sus manos para Twitch. Porque allí es hoy una gran figura. En la grama un día lo fue. James es un jugador virtual.

El próximo 31 de agosto expira su licencia. Quien lo quiera en su equipo deberá regalarle una vida extra antes de aquella fecha, cuando se cierra el libro de pases en Europa. Tendrá que aparecer un salvador cual Mario rescatando a la princesa Peach en un castillo inglés. De no haberlo, James se habrá quedado apenas en el primer nivel de una Liga Premier donde su mayor adversario estará en su propio equipo. Difícil ganar esa partida. ‘Game over’. James es un jugador virtual.

Las críticas lo bombardean. La camiseta amarilla de la Selección Colombia lo mira cada vez más lejos, contrario a la de Fifa 21, donde James paga millones de euros virtuales para comprarse inclusive él mismo. Quiso hacerlo manejando desde el control al Real Madrid. El juego se lo impidió. Quizás el técnico era Benítez. De pronto Zidane. Y para defenderse de los dardos que le lanzan por andar ‘posetiado’, el ‘gamer’ cucuteño explica: “Twitch es un hobby, no es que yo no trabaje”. ¿Qué pensará Reinaldo, que el martes publicará su convocatoria para seguir en la ruta hacia Catar? ¿Lo tendrá en la lista? ¿O le dará ‘delete’ como en la Copa América? James es un jugador virtual.

A James, el James real, el de Brasil 2014, el de su primera temporada con el Madrid, el de sus buenos meses con el Bayern Múnich, el de los juegos iniciales con el Everton, lo quiero siempre en mi equipo. Con su pierna zurda intacta. Con su cerebro ‘reseteado’. Con su corazón en la cancha. Todavía es posible. Anda por los 30 años. Tiene más fútbol. Solo necesitamos que alguien lo desconecte de Twitch. La plataforma del éxito es otra, querido James.

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