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Sebastián Montoya, hijo de Juan Pablo Montoya. | Foto: Fotos: Prema Powerteam - Diseño: Diego Martínez

AUTOMOVILISMO

"Mi papá no me perdona una": Sebastián, el hijo de Juan Pablo Montoya que quiere hacer historia en el automovilismo

El heredero del talento Montoya comenzará este año su andar en la Fórmula 4 italiana, un paso para acercarse a la F1, donde su padre dejó una buena imagen.

2 de marzo de 2020 Por: Redacción de El País

El apellido Montoya va a seguir generando esa sensación de vértigo velocidad en las pistas de automovilismo más famosas del planeta. Y la razón es sencilla, Sebastián, hijo de Juan Pablo Montoya —recordado por lograr grandes gestas en la Fórmula Uno, la IndyCar y la Nascar—, tiene el objetivo de continuar con esa leyenda familiar que comenzó hace algunas décadas en Bogotá, cuando los sueños de su papá tomaron forma de combustible y le ayudaron a acelerar a fondo.

Sebastián, hoy de catorce años, heredó de su papá esa pasión por la adrenalina. Comenzó desde muy pequeño a montar karts, y este año ya fue fichado para correr en la Fórmula Cuatro italiana con uno de los equipos más poderosos de esa categoría, el Prema Powerteam.

En diálogo con El País, el Montoya que está escribiendo sus primeros capítulos, contó detalles de la relación con su padre —que también es su más estricto entrenador— y habló también de uno de sus grandes sueños: competir en la Fórmula Uno. La leyenda continúa.

¿Qué representa para su vida esa llegada al Prema?

Es un paso muy grande para mi carrera, y todo es gracias al apoyo de mi papá y mi familia. Obviamente tengo que seguir trabajando muy duro.

¿Le gustaron los carros desde pequeño?

Siempre me llamaron la atención, aunque al principio tuve uno muy lento. Ya luego a los siete años me regalaron un carro más grande y más rápido y desde ahí empecé a correr.

¿Cuál fue el primer ‘juguete’ que le regalaron?

Un baby kart, como en el 2009, pero no me gustaba porque casi no era rápido. Ya el siguiente que me dieron, en el 2012, sí era un juguete de verdad, tenía potencia. Eso sí fue un regalo (risas).

¿Qué es lo que más debes tener en cuenta a la hora de correr?

La concentración que se debe tener es muy grande, y también hay que entrenar y trabajar mucho.

¿Cómo ha sido tener a su papá como entrenador?

Pues es muy fuerte. ¡No me perdona ni una! Haga lo que haga, nada está bien y eso me enseña a no embarrarla.

¿Cómo manejan su relación mientras entrenan?

Es algo complicado porque cuando estamos en la pista me tengo que olvidar que él es mi papá. Y ya cuando salimos, tengo que entender que es mi papá y no mi entrenador.

¿Cómo es un regaño de Juan Pablo Montoya?

Por ejemplo, hace poco estábamos en una pista y me choqué, y no me había terminado de estrellar y ya me estaba regañando. Pero luego nos fuimos juntos a casa jugando en el carro. Hay cosas que se tienen que separar.

¿Y cuál es el mejor consejo que le ha dado?

Me dice que lo más importante es pasarlo bien, porque cuando uno no lo está disfrutando, ya no va a correr tan rápido.

¿Cuáles son sus cualidades como piloto?

Honestamente, no lo sé. Lo que dice la gente es que yo logro meterme por donde no hay paso. Si yo veo que hay un espacio por el que puedo pasar, ¿entonces por qué no hacerlo?

¿Qué nos puede contar de la Fórmula 4?

Es el primer paso para llegar a la Fórmula Uno. La cuatro tiene varias categorías como la inglesa y la española, pero la más competitiva es la italiana.

¿Cuál es el objetivo en el Prema?

El primer paso es crecer más, estar calmado y aprender lo más que se pueda. Hay que ser rápido y conseguir resultados.

¿Cuál es su mayor sueño?

Me fascinaría llegar a la Fórmula Uno, pero mi sueño es correr toda mi vida.

¿Qué hace en sus ratos libres?

Cuando no estoy en el colegio o con mis amigos, estoy entrenando, esa es mi vida.

¿Cuál es la principal cualidad que quisieras tener de tu papá?

La experiencia que tiene. Mejor dicho, es que lleva tantos años en esto que es muy fácil para él.

Finalmente, cuál es el recuerdo más bonito que tiene de él en una competencia?

En el 2015, cuando ganó las 500 millas de Indianapolis. Fue espectacular. Una de mis hermanitas y yo corríamos emocionados por todos lados.

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