Cultura
Luis Ofrady Sarta, el luthier que fabrica los violines caucanos para las agrupaciones ganadoras del Petronio Álvarez
Sus finos instrumentos son considerados los ‘Stradivarius’ del Cauca.
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10 de ago de 2025, 11:31 p. m.
Actualizado el 10 de ago de 2025, 11:31 p. m.
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El Bosque Mágico, así se llama la reserva forestal, en la vereda San Pedro, de Santander de Quilichao, al norte del Cauca, donde Luis Ofrady Sarta Figueroa encuentra las plantas de guadua para fabricar sus exclusivos violines caucanos.
“Selecciono guaduas que no estén muy biches, porque no tienen buena sonoridad, tampoco tan maduras que, aunque suenan más, se deterioran fácilmente. Luego, las inmunizo por varios días y las dejo secar a la sombra, cada pieza para un violín ha permanecido al menos 4 o 5 años guarda a la sombra para que seque completamente”, explica uno de sus secretos.

Hasta sus 50 años, la principal ocupación de don Luis era la agricultura en su finca, dado que viene una familia de campesinos dedicada a cultivar cacao, plátano y frutas tropicales en su tierra caucana.
Sin embargo, en una ocasión hace 10 años, su hermano, quien se dedica a la construcción de infraestructuras en guadua (mobiliario, kioskos, salones, casas), le comentó que el maestro Luis Carlos Ochoa estaba buscando a un artesano que se atreviera a construir —con su asesoría musical— un violín de guadua, que se conoce como violín caucano en la música del Pacífico.
Su hermano rechazó la oferta, pero Luis sintió un gran interés por este instrumento ancestral de los pueblos indígenas y afrocolombianos. Así que se puso en contacto con el maestro Ochoa, para intentarlo sin mayor compromiso.
“Lo asumí como un reto, quería exigirme, porque yo había visto algunos violines un poco rudimentarios y pensé que podían hacerse con más dedicación”, comenta.

Basándose en un violín redondo —hecho con todo el cilindro de la guadua— que tenía el maestro Ochoa, empezó a construir sus primeros violines, obsesionado con que las medidas y la sonoridad fueran exactas.
“No quería que fuera un objeto de adorno, sino que lo pudieran utilizar los músicos y que lo hicieran con orgullo, porque yo veía que a veces a los muchachos como que se sentían avergonzados”, afirma.
Paso los primeros años en un proceso de ensayo y error, recibiendo las sugerencias del maestro Ochoa, y de algunos artesanos más experimentados, incluso un luthier argentino radicado en Italia se puso en contacto con él y le hizo valiosas recomendaciones sobre la afinación.
“Para mí no solo es importante la belleza del instrumento, sino que sea técnicamente funcional, por eso estudié mucho y me guie por maestros”.

Sus primeros violines comenzaron a hacerse populares entre músicos tradicionales del Cauca, que se los habían encargado a don Luis. Es comprensible, porque sus instrumentos son muy llamativos, sobre todo por su forma semicilíndrica —con la guadua cortada a la mitad—, lo que los hace más estéticos y sonoros.
“Y un día cualquiera, la profesora Damaris Balanta, que hacía parte del grupo Palmeras de violines caucanos, vio uno de mis violines y me dijo: ‘Maestro, si usted saca ese violín y lo hace sonar en el Petronio Álvarez, la saca al estadio porque nunca ha sonado así un violín en guadua’, entonces le hice un violín a ella y cuando lo comenzó a usar en varias presentaciones llamó la atención a otros músicos, así que comenzaron a pedirme más violines para las agrupaciones de Santander de Quilichao, con la fortuna de que comenzaron a ganar los primeros lugares en el Petronio Álvarez”.
Grupos emblemáticos de la música tradicional del Pacífico caucano como Palmeras, Folclor de Mi Pueblo y Mavichi, que interpretan violines construidos por don Luis, han ganado en diferentes ocasiones el Bombo Golpeador en el Petronio Álvarez. Además, músicos académicos, profesores de universidades e investigadores de otros países le han encargado ejemplares.
Ya son 10 años los que viene dedicado don Luis a la fabricación de sus famosos violines, al día de hoy expresa que su mayor satisfacción es “ayudar a que la música de mi región sea reconocida, dignificar con un instrumento bello y sonoro a nuestros músicos caucanos, para que mantengan el legado”.
Jhonatan Mazuera probando violín "Sarta Melodías de la guadua".
Publicado por Luis Ofrady Sarta Figueroa en Miércoles, 22 de agosto de 2018
La popularidad de sus instrumentos es tal, que algunos lo llaman el ‘Stradivarius’ de la guadua y, aunque continúa dedicado a la agricultura, cada vez tiene más pedidos para construir sus violines únicos, “no repito diseños y cada uno es de una guadua diferente”.
Sus instrumentos, que han viajado como piezas de colección a diferentes partes de Colombia y Latinoamérica, incluso a Europa, se distinguen por una marca: “Le pongo mi firma Sarta Melodías de Guadua dentro del taco y la fecha de fabricación. Y debajo del talón que es donde va el brazo, le meto una pepita de chochito, que es blanca con rojo y negro, le dejo esa semilla autóctona del Cauca, para hacerle honor a nuestra tierra”.

Periodista y escritor, entre sus publicaciones destaca el volumen de ensayos ‘Libro de las digresiones’. Reportero con experiencia en temas de cultura, ciencia y salud. Segundo lugar en los Premios Jorge Isaacs 2022, categoría de Ensayo.
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