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El poeta colombiano Juan Aurelio García Giraldo ha escrito un poemario autocrítico donde los poetas y la misma poesía son descritos con sin igual agudeza y humor negro. En ‘Vanas gentes’, se escucha una voz amarga y honesta que se pregunta por el lugar de la poesía en la cotidianidad, describiendo a esos últimos elegidos que se esfuerzan por dejar registro de la belleza en sus palabras. Aquí algunos poemas de García Giraldo. | Foto: Foto: Especial para Gaceta

POESÍA

'Vanas gentes', selección poética de Juan Aurelio García Giraldo

El poeta colombiano Juan Aurelio García Giraldo ha escrito un poemario autocrítico donde los poetas y la misma poesía son descritos con sin igual agudeza y humor negro. En ‘Vanas gentes’, se escucha una voz amarga y honesta que se pregunta por el lugar de la poesía en la cotidianidad, describiendo a esos últimos elegidos que se esfuerzan por dejar registro de la belleza en sus palabras. Aquí algunos poemas de García Giraldo.

1 de julio de 2022 Por:  Juan Aurelio García Giraldo, especial para Gaceta

MITO DE LA LENGUA

La lengua es larga
muy larga

Coloque usted
sonido tras sonido
letra tras letra
de lo que se dice
lo que dijeron
lo que murmuran
y de todo lo que todavía
les falta por decir
y obtendría una longitud tal
que se formaría una gran serpiente
que se anillaría sobre la tierra
varias veces
con una fuerza en verdad ciclónica
ahorcándola
y nosotros
todos
quedaríamos debidamente deglutidos
y eficazmente licuados
en el centro de ese agujero
negro

RECITAL

¿A santo de qué
vienen hoy dizque a leernos poesía?
¿Por cuáles motivos
viene de tan lejos o tan cerca
el poeta que pulula?
¿Será tan sólo para encender
su hoguera mísera?
¿O porque hay de pronto
algún nuevo difunto en el poblado
otro caso aberrante de estupro
una creciente ola de adulterio
otra prolongación abusiva del invierno?

Díganme al menos un motivo
en este día corriente
en que también se celebran bodas y sepelios
en que no faltan reencuentros, despedidas
en que se fatigan almanaques y relojes
mientras nadie sabe a ciencia cierta
de qué adolece el hormiguero

Que se sepa
hoy es martes o domingo
de cualquier mes o año
una fecha tan memorable
como la suma de todos nuestros años juntos

Díganme
¿será acaso que ya alguna joven no menstrúa?
¿que es cada vez más precoz la menopausia?
¿o que las heridas no sanan
y por eso se les mojó la pólvora
a un hombrecito en su primera noche
o al soldado o a todo el regimiento?
¿O que, en definitiva,
el pillo terminó por camuflarse
entre tanta transparencia?

Yo no sé
pero debe ser que el pan
está saliendo amargo


debe ser que el agua de los grifos
trae notas de acidez y de amargura
que se espesan en la boca
y se derraman en el ánimo


debe ser cierto
debe ser cierto que el insomnio
está creciendo a razón
de tres ojos por cabeza
de tres desiertos por insomnio
a razón de un poblado de olvidos
por difunto

De otro modo no se entiende
para qué viene el poeta si no canta
si la gente cuando él habla
no se levanta de sus sillas
ni para qué persiste
en su impavidez y en su mutismo
o en que les crezcan las barbas
y las caries mientras piensan

Yo no sé para qué viene el poeta
si no baila ni llora
ni tampoco se despeina
o si al menos no adivina
a santo de qué
viene a remover tanta ceniza

ALABADO SEA DIOS

Dice
de nuestros poetas
la gente dice, repite y lo proclama
que son unos poetas regalados

De modo pues que nuestros poetas
son poetas regalados
quizás debido a un asunto de talla menor

Parece ser que los poetas de talla menor
viven del aplauso
es decir
del agua y del sol
como las flores

O sea que nuestros poetas son como las flores
como esas flores baratas
besitos de novia las llaman
que a montones nos regala un buen día de sol
y que están a un tiro de piedra
de nuestras calles sitiadas por el trópico

La gente a veces asiste y los aplaude
tal vez porque resultan ser buenos oradores
quizás porque aunque no los entienden
hacen recordar a esos caciques
a esos manzanillos
a esos bufones de feria
a esos papagayos, a esos culebreros
que intentan despertar y acabar de hundir
en su letargia al ciudadano

Los poetas de talla menor
esos raros, extravagantes ejemplares de provincia
varados entre textos que cuelgan o guardan por ahí
con las cuentas por pagar de sus afugias
están siempre en la izada de bandera
en el cumpleaños del pueblo o la ciudad
en el día en que coronan a la reina
en su propio sepelio
o en el aniversario del colegio

Por supuesto, como todos los poetas,
no pueden competir con la farándula:
con un ojo de vidrio, son feos a menudo
o cojitrancos
con algo en su ser o en el espíritu
que promete tedio, soledad o paternidad irresponsable

Los poetas de talla menor son radicales, no se jubilan
suelen ser de talla menor hasta la tumba
y su obra es conocida por todos
absolutamente todos sus sobrinos

De todos modos los poetas menores
panaderos profesores rebuscadores o lagartos
son poetas regalados
que pueden incluso arrodillarse ante el poder
por un aplauso

Pero si viene y resulta
que nos parece bello y profundo su poema
entonces será porque se trata de un regalo, de un milagro
de esas cosas de Dios
y ello nos basta

Alabado sea Dios que nos regala poesía

SUEÑO DE GLORIA

Ojalá pudieran los poetas
ser como los cantantes
cultivar fama
y echarse a dormir

Escribir cuatro o cinco poemas memorables
para ser llevados a todas las audiencias
y salir siempre en hombros como los toreros
por la puerta grande
entre la lluvia tempestuosa de muchas flores
besos y grandes titulares

Hacer giras que los lleven
en el ocaso
a esos pueblecitos que faltaron en la agenda
donde con mayor vigor se les imita
y se les aplaude
como a los viejos héroes

Ser, por ejemplo, un Leo Dan que no se agota
o el gran Sandro de América
ese Camilo Sesto
que aunque hoy va de pueblo en pueblo
sin quitarse del todo la máscara
no termina aún la gira que la suerte le depara

Ser leídos o escuchados mientras las mujeres planchan
y remueven en casa el polvo de viejos sentimientos

Y coronar la fama
con una obra rulfiana
breve
o coronar la obra
con una fama rulfiana
grande

LOS POETAS LOTEROS

Los poetas loteros
no vienen de parte de algún culto
no son testigos de Jehová
ni de los santos de los últimos días
pero comparten con ellos
que se les cierran las puertas
en las propias narices
y qué sabemos si en su propio reino

A donde vayan
un cortante vade retro les espera
Acaso sean sordos
a los raros signos de los tiempos que corren
pero con paso resuelto siguen adelante

Convicciones misteriosas los asisten
porque al poeta lotero
su fe de carbonero se le advierte a la legua

Cuando se acercan
la gente no les cree
De antemano son convictos
de ofrecernos en sus versos
abigarrados paraísos
de donde al parecer los desterraron

O un compuesto dulzón de bajo vuelo
muy doméstico
y con todo el colorido
de las flores de plástico

No todo es adversidad
al ofrecer de mesa en mesa sus poemas
Nunca falta aquella gente
que se sale del paso
y le sabe deslizar una moneda
o un billete
cosa que él advierte
y jamás le desanima
aunque es sabido
que tiene en gran estima
algún aplauso

Como difusor cultural
el poeta de la calle
conoce el alma sencilla y predecible
que tiene su clientela
De tal tenor son sus poemas
Son justo esos los que carga
sucios y arrugados
bajo el brazo
y hacen que la gente se sonroje
o prefiera no escucharlos
presa del temor de verse retratada

Y así de sutiles son
su gozo y su venganza
la sabia dialéctica
que extrae del rechazo

Ante el poeta lotero
los poetas agremiados se desmarcan
pero son varias las lecciones
que logran aprenderle:
Cómo no vestirse
cómo no escribir
cómo no pasar de mesa en mesa
para evitar que la gente los confunda

Al final queda bien clara la postura
y el mensaje que de mesa en mesa
lleva el flâneur, el poeta de la calle:
La poesía no debiera ocultar nada

LETRA MUERTA

“Nosotros juzgamos la apariencia
y Dios es maestro de las cosas escuetas”.

Yalal al-Din Rumi

Qué peso tenaz
el que tienen los poetas cuando mueren:
no puede Dios cargarlos, reciclarlos
tan pesados como andan de metáforas

Qué moles, colosales e infladas
como falsos gulliveres en la tierra
de los dioses enanos

Qué tormenta en un vaso de agua
la muerte de un poeta que pensaba
de un amasijo de carne y palabra descarnada

Ignora uno qué es poema
y qué hueso con memoria de nervio
desgarbado y trashumante
¿Qué vuela todavía de un poeta cuando muere?

Lo sabríamos tan sólo por los buitres
que se acercan primero desconfiados al cadáver
y quién sabe por cuál prodigio
con sus buches llenos
se elevan sobre los cielos del relleno sanitario

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