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Los propios locos, banda de rock pesado. Sus sencillos pueden escucharse en youtube. | Foto: Especial para El País

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¿Renace el rock en Cali? Esta es la nueva escena del género en la ciudad

Durante muchos años el rock caleño había se había apagado ante la avalancha que ha significado el reggaetón. Hoy, a pesar del poco apoyo mediático, la escena independiente en Cali parece retomar fuerza en medio de la poca atención mediática que el género recibe.

8 de julio de 2019 Por:  Yefferson Ospina / Periodista de Gaceta

Viernes, diez de la noche. El bar se llama Warhol y está en la Calle 5 con 26, en el segundo piso de un viejo edificio húmedo. Suena un riff que hace pensar fugazmente en Nirvana, una guitarra con un rasgueo seductor, y luego la voz de la mujer.

Es suave, y tiene a su vez una cadencia que recuerda vagamente a Kurt Cobain, aunque no hay nada en ella de la aspereza del estadounidense. Es una mujer la que canta, lo hace en inglés, serena, con ciertos impulsos vehementes: “I’m stucked between black and white, With not even an option of greay”. Los asistentes los observan, menean la cabeza, hay luces neón y verdes y violentas en el escenario.

El riff es realmente atractivo y en algún momento entra un solo de una guitarra virtuosamente ‘grunge’ que el público aplaude.

La canción se llama ‘The colour senses’ y la banda ‘Outburst’. Quienes tocan no superan los 25 años y hacen parte de una especie de galaxia ignorada de lo que podría denominarse el nuevo rock caleño. Porque el viejo rock, que fue una especie de apoteosis en los 90 con bandas tan notorias como Kronos, murió a comienzos del Siglo XXI.

El ocaso
Jorge Vinasco es bajista de la agrupación caleña Chernobyl, lleva más de 15 años haciendo rock en la ciudad, y ahora produce, junto a su banda y a la productora caleña ‘Megáfono Records’ el trabajo denominado ‘Big Bands Compilation’, un disco compilatorio en el que reúnen a las mejores bandas de rock en la actualidad en Cali con el objetivo de visibilizar la nueva escena rockera de la ciudad.


Jorge empieza a contar. A finales de los 90 el rock en Cali era como una segunda lengua, luego de la salsa. Todo como efecto de lo que había ocurrido en varias ciudades del país gracias a grupos como Ekhymosis, Kraken o Kronos, nacidos a finales de los 80 y que influenciaron a toda una generación colombiana que por fin encontró su propio lenguaje con las guitarras y las baterías.

“Julio Navas, Kronos, Superlitio, Marrocko, Cielo Rojo, eran las bandas que más sonaban en Cali a principios de este siglo, y eran de algún modo las que habían marcado una ruta para los otros grupos que se estaban formando, que eran muchos, grupos que traían todo el impulso de los 90. Pero para 2010 la escena empezó a decaer y luego se invisibilizó casi completamente”, comenta Jorge.

Es una tesis sobre la que están de acuerdo, por ejemplo, Juan David Abad, líder de la agrupación de hard rock ‘Los propios locos’, o Alice Quint, guitarrista caleña que tiene su propio proyecto musical: en los últimos diez años la escena rockera de la ciudad, por razones diversas, empobreció.

Explicar el fenómeno implicaría pensar en muchas variables: el ascenso hasta la supremacía del reggaetón durante los últimos 15 años y la apuesta política por la salsa como música identitaria caleña son algunas.
Para Jorge, sin embargo, hay otra más definitiva.

Si se tiene en cuenta que los escenarios más importantes para la visibilización de las bandas de rock en Cali son los Festivales, se comprende mucho mejor las razones del ocaso del que hablan los roqueros respecto al género.

Entre 2004 y 2012 Cali tenía uno de los festivales de rock más grandes del país, el Cali Underground. El Festival congregaba bandas con trayectoria y bandas nacientes no solo de la ciudad sino también de todo el Valle y muchas internacionales.

“El Cali Underground se convirtió desde 2005 en el mayor escenario para los rockeros caleños y del Valle, pero lo que pasó con ese Festival es que empezó a tener muy malos manejos internos y muchos de los dineros destinados a su financiación fueron malversados por parte de quienes manejan los recursos públicos. A mucha gente le preocupó  más su interés personal que el general y eso fue dañando la credibilidad del evento. Hasta que desapareció”, comenta Jorge.

Cali Underground recibió apoyo de la Secretaría de Cultura y de organizaciones privadas como Parque Soft, en donde incluso se realizaron varios conciertos. Durante los últimos años el Festival ha venido en decadencia en gran medida debido a la falta de recursos, a tal punto que en 2018 no se realizó y la versión de este año aún se encuentra en duda. Las versiones que se han realizado en los últimos años,  sostienen varios rockeros consultados,  no han tenido la acogida que tuvo en la primera década de este siglo, cuando llegó a congregar a más de 10 mil personas.

Con la desaparición del Festival, que significaba también la pérdida del apoyo estatal para la escena rockera, así como con la inundación que tuvo el reggaetón en la radio caleña, el furor que se había heredado desde los 90 pronto se disolvió.

¿El renacimiento?

Quienes hacen rock en Cali dicen que en la ciudad sostienen que solo en la ciudad se podrían contar al menos 60 bandas, la mayor parte de muy alto nivel.

60 bandas en una ciudad de dos millones de personas bajo el imperio de la salsa y el reggaetón. En realidad son muchas, como si los dorados años 70 del rock llegaran con unas décadas de retraso a Cali...

La preguntas son, entonces, dónde están, dónde aparecen, cuáles son sus discos, quién las escucha.

César Varela vocalista de ‘Sangre Eterna’, una agrupación de Heavy Metal nacida en 2018 en Palmira, concuerda con otros entrevistados en que en Cali, en estos momentos, los únicos escenarios para el rock son los bares, y entre ellos los que más se destacan son el bar Warhol y Saga.

“Aquí en Cali los festivales son muy pocos, está el Unirock de Univalle y el Calibre, pero a veces es muy difícil acceder a ellos. De modo que lo que quedan son los bares, pero muchos de ellos solo piden que las bandas hagan versiones de canciones reconocidas. Y la verdad es que lo que las bandas estamos buscando ahora es mostrar nuestra propia música, no queremos seguir haciendo covers, así que en realidad solo quedan los pocos bares que permiten a las bandas mostrar su trabajo musical”, dice Varela.

Es justamente, lo que sucedió en Warhol aquella noche de viernes, en donde luego de ‘The colours senses’ se escuchó ‘Half of the sun’, el segundo sencillo de la banda ‘Outburst’. Los bares, como lo fueron los pubs de los 70 en Inglaterra, como el resquicio último para el arte que deliberadamente se ignora.

“Porque la verdad es que en la radio el rock caleño no tiene cabida. No hay una emisora que se dedique a visibilizar la escena del rock, los medios tampoco están muy interesados, la verdad es que las bandas van creciendo de un modo independiente y haciendo todo por su propia cuenta”, dice Jorge.

‘Los propios locos’, agrupación dedicada al rock pesado, ha producido de modo independiente las canciones ‘Aniquilas’, ‘Lacras’ y ‘Cáncer’, que han publicado en sus redes sociales y en plataformas digitales. Lo mismo sucede con Alice Quint, guitarrista y cantante caleña que se encuentra en proceso de producir por cuenta propia su primer trabajo musical, y de igual modo ha ocurrido con ‘Outburst’, ‘Sangre Eterna’ o la banda ‘Enfuria’, un proyecto de heavy rock nacido hace dos años en la ciudad. 

“Todo lo hacemos por cuenta propia, producimos nuestros trabajos y buscamos escenarios para presentarlos, porque en la radio no hay espacio para el rock local y a veces toca pagar, la famosa “payola”, y la verdad es que no estamos en condiciones para eso. Así que preferimos hacerlo todo por cuenta propia”, comenta Fabián Rodríguez, bajista y líder de ‘Enfuria’.

Todos coinciden en que la mayor debilidad que tiene en este momento el rock caleño es, justamente, la falta de escenarios para que las agrupaciones se muestren.  "La Alcadía le ha apostado a la salsa y por eso Cali ya no tiene un gran festival de rock, no tiene nada que se le parezca siquiera al Manizales Grita Rock. Dependemos de los bares, pero no son suficientes, necesitamos un festival que nos agrupe a todos y que permita mostrar lo que está sucediendo, esta especie de resurrección del rock en la ciudad", dice Jorge Vinasco. 

Lo que resulta paradójico del asunto, sostiene Dante Restrepo, vocalista de Enfuria,  es que en su opinión nunca ha habido un momento en el que se sienta con mayor fuerza la demanda de rock por parte de la ciudad.

“Ahora mismo la gente pide rock, pero sobre todo rock propio, rock local. La gente quiere escuchar lo que estamos haciendo, lo que estamos diciendo, nuestra manera de ver el mundo, la propia. Por eso es que a pesar de las dificultades, estamos ahí, resistiendo, rocanroleando”, dice Restrepo.

Quizá estos sean nuestros años 70 ingleses, esa época dorada en que todo comenzó en garajes y bares marginados, y de pronto se convirtió en una explosión que también fue el lenguaje de miles.

Quizá ahora otro lenguaje se esté fraguando. Al menos es la esperanza de los que resisten entre guitarras y baterías en la ciudad de la salsa.  

Los riffs de 'Chernobyl'

Es una redundancia decir que ‘Chernobyl’ es una agrupación rockera caleña independiente. Si se habla de rock caleño, solo puede hablarse en términos independientes: en Cali no hay disqueras dedicadas al género y apenas se cuentan unos cuantos productores.

Al margen de eso, la banda  ‘Chernobyl’ lanzó hace poco menos de un año su primer trabajo discográfico, que lleva el nombre de la banda y que es la perfecta ilustración del estado del rock caleño, y lo es por al menos dos razones.

La primera es que la banda hizo todo en la producción: no se trató solo de que los músicos compusieran las canciones y concibieran la musicalización, los riffs, los solos, la armonía, sino que además ellos mismos realizaron la producción con equipos del guitarrista de la banda, diseñaron la imagen del disco, lo llevaron a los medios de comunicación, lo vendieron, lo siguen vendiendo.

Es de esa manera que en Cali se hace rock, de un modo crudamente literal: se fabrica rock en todos los planos que ese verbo implica.

La otra razón por la cual ‘Chernobyl’ ilustra el estado del rock caleño es su talento evidente. El álbum que homónimo de la banda es un compendio de riffs brillantes, de pegajosas frases musicales y de virtuosos solos de la guitarra. No se trata de un rock fuerte, pero tampoco tiene las estridencias del heavy metal. Tiene más bien una cierta semejanza con lo mejor que hizo Deff Lepard: fraseos eléctricos constantes y una esfuerzo vocal considerable.

Quizá la mayor debilidad del trabajo sean sus letras, varias de ellas con algunas frases usadas hasta el hartazgo en la historia no solo del rock sino de la música, “cómo voy a olvidar esa noche de pasión”, y otras al borde de la incoherencia. Aunque títulos como ‘Conozco el caos’ o ‘Fuera de control’ sí presenten una elaboración lírica mucho más interesante.

Justamente este último tema, ‘Fuera de control’, es tal vez el más interesante de los nueve sencillos que constituyen el álbum, con su energía diferente que linda con la balada rock, aunque no por ello renuncie la fortaleza eléctrica que le da unidad a todo el trabajo.

‘Sábado en la noche’ sería otro de los temas destacables, tanto por una letra que podría encontrar una relación más directa y orgánica con el oyente, como por el riff que recuerda vagamente a Kiss. Y ese es tal vez sea la virtud mejor lograda del álbum: los riffs. ‘Chernobyl’ tiene un tono fuerte, frases musicales elaboradas con cierta vehemencia que pronto se instalan en la memoria, como si supieran que un buen riff puede conducir a la eternidad musical. ¿No sucedió eso con (‘I can´t get no) satisfaction’  de los Stones. 

En fin, ‘Chernobyl’ es un trabajo de rock puro que, con la salvedad de algunas líricas más bien ingenuas, vuelve al tema de la desesperación, de la rebeldía y de una cierta soledad de marginado que durante tantos años ha explotado el rock.

Un álbum y una banda que son la medida justa del talento insospechado que reposa en las esquinas poco descubiertas del nuevo rock nacional.

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