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La antología ‘La puerta que no quise abrir’, reúne once historias con un mismo motivo creativo, pero abordadas con la mirada particular de cada autor. Mundos posibles vislumbrados desde una mirilla. | Foto: Foto: Especial para El País

LITERATURA

'La puerta que no quise abrir', la antología de cuentos que despierta la imaginación

La antología ‘La puerta que no quise abrir’, reúne once historias con un mismo motivo creativo, pero abordadas con la mirada particular de cada autor. Mundos posibles vislumbrados desde una mirilla.

17 de febrero de 2021 Por: &nbsp;Juana Carolina Morales García /&nbsp;Especial para Gaceta<br>

El libro ‘La puerta que no quise abrir, es una antología de cuentos ambiciosa que logra la gran hazaña de reunir once autores de diferentes partes del mundo: Afonso Cruz, Legna Rodríguez, Carlos Chernov, Jacqueline Goldberg, Fanny Buitrago, Antonio Orlando Rodríguez, Lina María Pérez, Carlos Garayar, Octavio Escobar, María del Carmen Pérez y Miguel Mendoza Luna; que se dispusieron a contestar aquella pregunta que siempre nos hacemos con las puertas a medio abrir. Estos once autores se ubican en un umbral de lo posible y se extienden a lo largo del dintel, las bisagras, la cerradura y la mirilla. Los once cuentos, que comparten el mismo título, nos exponen el abismo de posibilidades creativas que hay detrás de una misma premisa: ¿qué sucedió con la puerta que no quise abrir?

Desde el realismo contemporáneo, pasando por la ciencia ficción y el ensayo literario, el lector se enfrentará a un catálogo de puertas en medio del pasillo de la narrativa y la ficción. Cada cuento rescata la esencia de cada autor: los paisajes de Santiago en Cuba, el futurismo argentino, la gastronomía peruana, el misticismo de Portugal, la estética colombiana; y eso hace que la antología obtenga una riqueza literaria que se convierte en una experiencia imaginativa difícil de superar. A esto se le unen las ilustraciones de Andrés Rodríguez, donde la sobriedad de los trazos a blanco y negro nos anuncian la penumbra que hay más allá del umbral de lo improbable.

Quizás lo más increíble de esta antología sea la capacidad de explotar un objeto que solemos ignorar día a día. La puerta, pues, se convierte no solo en un sujeto, sino en un personaje que se expande en su ambigüedad, y que de cierta manera se convierte en una musa dispuesta a cantarle al oído a once diferentes historias. Disponer la imaginación a esta antología se siente como aquella escena memorable de Monsters Inc., a la que hace referencia Octavio Escobar Giraldo en su cuento: “Por tanto, es difícil adaptarla a la puerta. Sullivan y Wazowski lo han intentado una vez tras otra, con resultados monstruosos”. Y es que a veces parece improbable que semejantes cuentos, todos tan diferentes, reunidos bajo un mismo nombre, hayan nacido de las rendijas de luz que atraviesan una puerta a medio cerrar o a medio abrir.

Para mí, abrir cada puerta de este libro representó una aventura nueva. Es una experiencia a ciegas donde no se sabe si lo que está al cruzar el umbral es un gran abismo oscuro o un regalo brillante. Sin pistas en los títulos, sólo guiados por la habilidad de las letras de los escritores cada viaje significó para mí un descubrimiento literario. En realidad, parece que en este libro no existe un cuento que abandone la mente del lector sin dejar las migas de una imagen potente. Abrirse paso a museos llenos de pinturas, fotos indiscretas, mansiones arquetípicas; o simplemente quedarse con los gemidos del otro lado de la puerta son experiencias que como lectora se aprecian el doble cuando vienen de un mismo libro.

Cada cuento, tan diferente, cada puerta tan distante, hacen que sea imposible que un buen lector no descubra en ‘La puerta que no quise abrir’ su próximo cuento favorito: la siguiente puerta de la que deberá cerciorarse en abrir o cerrar completamente antes de irse a dormir.
El libro es una experiencia recomendable para los lectores ávidos de movimiento e incertidumbre. Para los amantes de esos cuentos que, en lugar de agazapar la mente, explotan sus intenciones creativas. Es posible que después de una tarde de lectura (porque fácilmente podría leerse en cuatro horas o en once días si se prefiere), el lector vea a la puerta de una manera diferente, y que, así como a estos once autores, una historia nueva surja en medio del polvo de aquel umbral.

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