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En los cuentos de ‘Las voladoras’, la escritora ecuatoriana Mónica Ojeda crea una particular atmósfera de miedo y ansiedad, denominada “gótico andino”, donde las leyendas y paisajes de Los Andes son protagonistas. | Foto: Foto: Lisbeth Salas / Especial para Gaceta

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La belleza del horror, una reseña sobre los cuentos de la ecuatoriana Mónica Ojeda

En los cuentos de ‘Las voladoras’, la escritora ecuatoriana Mónica Ojeda crea una particular atmósfera de miedo y ansiedad, denominada “gótico andino”, donde las leyendas y paisajes de Los Andes son protagonistas.

11 de abril de 2021 Por:  Pablo Concha, especial para Gaceta

Uno de los personajes del cuento ‘Slasher’, incluido en el último libro de la escritora ecuatoriana Mónica Ojeda (Guayaquil, 1988), dice: “Yo quiero enseñarte lo que es gritar”. Y es precisamente lo que los lectores pueden llegar a sentir al sumergirse en la poesía oscura y las imágenes delirantes, de una belleza perturbadora, que abundan en ‘Las voladoras’ (Páginas de Espuma, 2020).

«Es cierto que la sangre puede comerse. Cuando se coagula, deja de ser líquida y se transforma en alimento», escribe en el relato ‘Sangre coagulada’.

‘Las voladoras’ es una colección de relatos que se adentra en lo que la escritora ha denominado como “gótico andino” y nos muestra criaturas de esta mitología, en especial en el relato que da título al libro y con el que lo cierra, ‘El mundo de arriba y el mundo de abajo’, donde un chamán intenta revivir a su hija mediante un conjuro especial. El término “gótico andino” se refiere, según ha manifestado Mónica Ojeda anteriormente: “a un miedo particular de la zona de los Andes, que proviene de convivir con volcanes, de sufrir el frío y el calor extremos, pero también el desamparo que hay en esas zonas”, y “a un tipo de literatura que aborda el miedo natural y sobrenatural desde los paisajes y mitos andinos”.

Los arrebatos poéticos que salen de la narración y se desbordan por la página son comunes; de hecho, la estructura de los cuentos (en ocasiones sin armar párrafos, o rompiéndolos) se acerca a la poesía. ‘Las voladoras’ estuvo entre los libros finalistas del VI Premio Ribera del Duero en 2020 junto a ‘Ni aquí ni en ningún otro lugar’ de Patricia Esteban Erlés y ‘Vendrá la muerte y tendrá tus ojos’ de Magela Baudoin (el premio al final fue otorgado al escritor argentino Marcelo Luján por su obra ‘La claridad’). Es el primer libro de cuentos de Ojeda, que hasta el momento era conocida por sus novelas (‘La desfiguración Silva’, ‘Nefando’ y ‘Mandíbula’) y su poesía (‘El ciclo de las piedras’ e ‘Historia de la leche’).

Las montañas y los volcanes de Los Andes en Ecuador son el paisaje de la mayoría de estas historias, y los temas por los que transitan los personajes son muchos y variados: la relación madre–hija y la maternidad tóxica (un tema central en su novela ‘Mandíbula’), la condición animal del ser humano, el hecho de considerar la sabiduría ancestral como brujería, la ansiedad (tema abordado también en su tercera novela) y el increíble desgaste físico y emocional que ocasiona, algo trascendental en ‘Cabeza voladora’, como dice la narradora: “Lo cotidiano le parecía un animal muerto e imposible de resucitar”.

En sus cuentos habita un deseo enfermizo, que se manifiesta en símbolos y figuras que se repiten: los cóndores, las brujas, la sangre, la carne violentada, el hecho de querer ingresar al interior del miedo y descubrir su causa. “Yo quiero enseñarte el verdadero tamaño de un grito” (‘Slasher’). La atmósfera trabajada con esmero en cada narración (quizá siguiendo el consejo de H. P. Lovecraft) es muy importante y, sumada a las representaciones de un misticismo aterrador y recurrente, cortan la respiración en muchas ocasiones.

Los lectores de Mónica Ojeda posiblemente ya conocen el cuento ‘Caninos’, el único publicado anteriormente, primero en la antología de Bogotá39 y luego como libro por la editorial Turbina de Ecuador en 2018. En este relato, una hija guarda la dentadura postiza de su padre muerto como algo casi sagrado: “Hija guardaba la dentadura de Papi como si fuera un cadáver, es decir, con amor sacro de ultratumba”. ‘Las voladoras’ destaca sobre otras colecciones de cuentos por su prosa, las metáforas que utiliza, su particular forma de narrar, por la manera como la poesía entra y sale de la narración y nos muestra el horror. La belleza que hay en el interior del terror: el amor y el miedo cogidos de la mano. Las narraciones de Ojeda demuestran que el horror y lo grotesco pueden ser mostrados y descritos con belleza, obteniendo escenas que hipnotizan.

“La madrugada anterior había soñado con su torso moreno y menudo bailando en medio de la selva, agitándose, sacando las costillas y los pequeños senos. Era un torso flotante que brillaba como una luciérnaga, que ascendía hacia las altas ramas de un árbol de sangre”, nos muestra en ‘Cabeza voladora’. Y: “De mi espalda cuelga ahorcado el universo” (‘El mundo de arriba y el mundo de abajo’).

Para los lectores que aún no conocen a Mónica Ojeda, ‘Las voladoras’ es una buena oportunidad de adentrarse en el universo de esta vital y original narradora, y dejarse atrapar por su prosa y horror poético y hechizante.

“Cuando escribo le doy agua a la muerte para que calme su sed”, nos dice en el último cuento ‘El mundo de arriba y el mundo de abajo’, de este volcánico libro. Los lectores pueden calmar la sed de buenas historias con esta obra, los dejará saciados por un rato, hasta que llegue el próximo libro de Mónica Ojeda.

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