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Julián Isaza fue ganador de los Premios Simón Bolívar y Rey España. | Foto: Foto: Filiberto Pinzón

CUENTOS

Distorsión de la realidad, una reseña de 'Cámara oscura' el nuevo libro de Julián Isaza

En su ‘Cámara oscura’, su más reciente libro de cuentos, el escritor colombiano Julián Isaza narra historias donde una luz difusa deja entrever una existencia desconocida.

15 de marzo de 2022 Por: &nbsp;Pablo Concha, especial para Gaceta<br>

La cámara oscura fue un dispositivo que en la antigüedad condujo al desarrollo de la fotografía. Se trataba de una caja cerrada con un orificio en una de sus paredes a través del cual pasaban los rayos luminosos, formando una imagen invertida de los objetos exteriores. Ese resquicio permitía apreciar algo que en ocasiones podía resultar chocante, extraño, curioso o divertido; hasta que la imagen no se revelaba, era un misterio lo que se iba a ver. Con la colección de cuentos ‘Cámara oscura’ (Rey Naranjo editores, 2022), del escritor Julián Isaza, ocurre algo similar: un título o premisa de una historia nos lleva a lugares insospechados cuyo impacto dependerá de la sensibilidad de cada lector. Un artefacto de esta naturaleza –tanto la cámara como el libro– no aparecen por casualidad o accidente, ambas cosas fueron creadas con una intención. “El libro lo escribí durante dos años, aproximadamente. Inicialmente escribí dos cuentos que tenían ciertas cosas en común, lo que me llevó a plantearme la idea de escribir varios relatos más que estuvieran emparentados. Por eso los demás cuentos los escribí pensando precisamente en un libro con unidad, en la que hubiese algunos elementos constantes como ciertas atmósferas y la idea de una cotidianidad fracturada en la que aparece el absurdo”.

Para los lectores avezados en estos géneros de misterio/terror/ciencia ficción el título quizá les resulte familiar y puedan llegar a pensar que tiene alguna relación, o que es una suerte de homenaje a ‘La cámara oscura’ (In the night room, 2004) del escritor norteamericano Peter Straub. “A Peter Straub lo conocí después de escribir el libro y ahora es un autor que me encanta, pero el título no tiene que ver con él. El título de mi libro originalmente era ‘Luz negra’, pero sucedió que John Naranjo (editor general de Rey Naranjo) me contó que ese título ya existía y que la autora era también latinoamericana (luego supe que el título había sido usado muchas veces más), por lo que no era muy conveniente. Entonces John sugirió ‘Cámara oscura’ y a mí me gustó incluso más que el original, porque además condensaba muy bien la atmósfera del libro y como en ese momento no sabíamos de Straub, se quedó así”.

El cuento que abre el libro, ‘Visitante’, empieza siendo narrado en un tono que trae a la memoria a Lovecraft, con la salvedad de que el personaje principal es una mujer y la historia es contada por un narrador poco confiable, una de las figuras más complicadas de utilizar en la literatura. “El tono de los narradores es algo que me interesa mucho. La voz de los personajes es una construcción de paciencia y de oído, de escuchar cómo habla la gente y tratar de poner eso al servicio de un narrador que, en ese caso, es el personaje central y que tiene unos atributos muy particulares: es una anciana solitaria y como dices, poco confiable. Entonces ahí aparece ese juego de ‘desdoblamiento’ que señalan algunos autores, donde uno como escritor debe ponerse a pensar en la manera en que lo haría alguien que no existe y, para lograrlo, en mi caso, me inspiro en personas reales que conozco y que se entremezclan para producir un personaje”.

El interés por la narrativa de misterio/terror/ciencia ficción es atípico; son pocos los autores y lectores que logran desarrollar una sensibilidad hacia ese tipo de historias. “Son mis géneros favoritos, los que más consumo como lector. Y creo que descubrí ese gusto temprano, pues siempre me atrajo mucho todo lo que supusiera un ejercicio de imaginación y más si esa imaginación desbordada estaba representada en un libro o una película. También, y muy vinculado, me produce mucho placer como lector esos relatos extravagantes de autores como Yasutaka Tsutsui o Richard Matheson o una rusa que descubrí hace poco que se llama Anna Starobinets. La falta de mesura, el absurdo, es algo que en realidad disfruto como lector y por supuesto como escritor”.

Si tuviéramos que analizar los temas que recorren ‘Cámara oscura’, estarían el uso inadecuado de la tecnología, los lazos de amistad formados en la infancia/adolescencia, la soledad y los monstruos que crea, y quizá la falta de fraternidad entre los humanos. En este caso, un lector podría preguntarse: ¿la historia determina el tema, o del tema surge la historia? “Para mí, la necesidad de decir algo es lo que determina la historia y el tema. Con esto quiero decir que muchas veces se tienen opiniones frente al mundo o frente a la condición humana, y esas opiniones, reflexiones o incluso preguntas son las que motivan la escritura de una historia. A mí, por ejemplo, hay ciertos tipos de soledad que me aterran, y esos temores están vertidos en el libro. Lo mismo que hay cosas que me resultan llamativas, culposas o incluso ridículas, y por eso también hay cuentos que orbitan esos temas”.

No resultaría desacertado asumir que un escritor moderno de este tipo de narrativa idolatre a los grandes exponentes del género, como Edgar Allan Poe y H. P. Lovecraft, considerados como los grandes padres de este tipo de ficción, pero, con Isaza, no es el caso, lo cual podría ser tomado por algunos como una “blasfemia”. ¿Es posible que exista un autor de terror actual que nunca haya sido tocado por las pesadillas de Lovecraft? “A lo mejor es una blasfemia, pero no importa, también es sinceridad. Y lo ratifico: no me gustan, no puedo con ellos, me aburren hasta el sueño. Lo que sucede es que son autores que con justicia se han ganado un lugar en la historia de la literatura en general, no solo en la de terror, y han marcado un camino y son esenciales para muchos. Y no voy a decir lo contrario, porque tampoco quiero jugar al parricida. Pero a pesar de que todo eso sea cierto y que tengan todos esos atributos, no me gustan. Me resultan lentos, aburridos, excesivos en lo retórico. Cthulhu no me produce nada, tampoco el gato negro ni el cuervo de Poe. No me emocionan”.

Si las historias de estos maestros no lograron perturbar a Isaza, ¿qué tipo de cuentos lo hicieron? ¿qué es lo más importante que debe lograr un cuento de terror? “Pienso que el mejor efecto que puede dejar un cuento de terror –incluso cualquier cuento– es la permanencia en la mente del lector, eso que queda reverberando, inquietando días, semanas o meses después de leído. Por ejemplo, hay cuentos que encuentro profundamente perturbadores y que de vez en cuando regresan a mi mente a pesar de haberlos leído hace mucho, como ‘La gallina degollada’ de Horacio Quiroga, o ‘El niño proletario’ de Osvaldo Lamborghini. Ambos son tan brutales que es imposible olvidarlos. Otros permanecen porque logran ser tan inquietantes como ‘Abuela’ de Stephen King, ‘Una edad difícil’ de Anna Starobinets, ‘La ley del talión’ de Yasuka Tsutsui, o ‘La oruga’ de Edogawa Rampo”.

Los géneros de misterio/terror/ciencia ficción son marginales, no bien vistos por la crítica en general, ¿qué tan difícil es para un escritor lograr publicar y ser leído en un país como Colombia? “Al ser géneros que no hacen parte de la tradición literaria nuestra, que privilegia el realismo, escribirlos y publicarlos no es tan sencillo. Hay, como dices, cierto desprecio por parte de algunas personas, una especie de mirada arrogante que los reduce a ‘divertimentos’, aunque esa arrogancia es gratuita, infundada y hasta ignorante, pues desconoce el valor de estos géneros en la literatura universal. Y como a veces existe esa postura, hay un desconocimiento profundo, una idea de que todo el terror se parece a lo que escribió Poe o que toda la ciencia ficción es como la de Asimov, entonces hay que lidiar con eso. Sin embargo, yo puedo decir que he sido afortunado y que he logrado encontrar editores abiertos y dispuestos a publicar, que piensan en la producción literaria más allá de los temas comunes”.

‘Cámara oscura’ no es la primera creación de Isaza, en el 2010 ya había publicado ‘Ondas expansivas’, un libro de cuentos que también se movía en los géneros mencionados anteriormente. Se trata de una larga brecha entre un libro y otro, lo que supone una progresión o madurez por parte del autor. “Entre esos dos libros hay otro, pero el género es completamente distinto, pues es un libro de crónicas. Creo que entre ‘Ondas expansivas’ y ‘Cámara oscura’ ha permanecido el mismo gusto por escribir relatos vinculados a la imaginación, a los géneros de la ciencia ficción y el terror, que seguramente seguirán siendo los que escribiré. Por supuesto creo que hay cambios en la escritura, en la forma de proponer las historias. En el primer libro están los ingredientes, los temas, quizá la estética que me atrae, pero también hay ingenuidad, hay una búsqueda por parte de ese autor más joven que era y que trataba de encontrar su manera de contar. En ‘Cámara oscura’ hay algo más de madurez y de entendimiento de ciertas cosas del oficio de escribir, de evitar ciertas poses en la prosa, de intentar una mayor honestidad con la historia. Incluso también hay algo que viene con el tiempo y es admitir algún grado de desnudez, de permitir que aquello ha dejado una huella profunda en la vida de uno sirva como insumo para proponer una ficción”.

Los relatos de ‘Cámara oscura’ vienen acompañados por ilustraciones de Natalia Herrera, como en ‘Rabia’ donde el personaje principal comienza a sufrir un rechazo generalizado y amenazador al parecer proveniente de la nada; lo que constituiría la pesadilla de cualquiera. ‘Solos’, donde vemos la perpetuación del bullying, siempre en una cadena progresiva de debilidad, hasta que se topa con un chico raro que posee una habilidad siniestra. ‘Viajero’, donde se usa la tecnología más avanzada para algo ridículo y superficial; quizá una crítica a la sociedad ya que posiblemente la humanidad un día llegue a eso, si miramos el uso que le damos a la tecnología y el desarrollo que tenemos actualmente. En ‘Amigo’, un amigo real y otro imaginario cambian de lugar y vemos lo que eso podría significar. ‘Aventura S. A.’ es un cuento que recuerda y trae ecos de ‘The game’, la película de David Fincher de 1997. ‘Volver’ un crimen cometido en la adolescencia cuya estela no abandona a los perpetradores así transcurran las décadas. Todas estas narraciones las podemos apreciar gracias al dispositivo creado por Julián Isaza, su ‘Cámara oscura’ particular que ilumina un fragmento de la realidad que antes de transitar por estas páginas permanecía oculto entre las sombras. ¿Se animan a utilizar este artefacto?

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