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Procurador Alejandro Ordóñez, un año entre odios y amores

Sus decisiones disciplinarias han causado revuelo en el país. Muchos lo ven como un Inquisidor, pero otros solamente lo acomodan en la arena de la legalidad.

22 de diciembre de 2013 Por: Redacción de El País

Sus decisiones disciplinarias han causado revuelo en el país. Muchos lo ven como un Inquisidor, pero otros solamente lo acomodan en la arena de la legalidad.

El Procurador inspira odios y amores. Ya completó cinco años al frente del Ministerio Público y ha sido centro de atención por las polémicas que se desatan cada vez que toma una decisión en contra de funcionarios públicos que se salen de la línea de lo disciplinario y a los que él, sin contemplación, les aplica el rigor de la ley.Alejandro Ordóñez es de principios radicales. En una mano sostiene la camándula con la que reza el rosario diariamente y en la otra el bolígrafo castigador que ya ha dejado sancionados a más de 800 alcaldes, 18 gobernadores y 23 congresistas, muchos de ellos ‘pesos pesados’ de la política nacional.Muchos lo ven como un Inquisidor, pero otros solamente lo acomodan en la arena de la legalidad, esa que defiende en cada una de sus manifestaciones. Nunca se arrepiente de las decisiones adoptadas.El constitucionalista Juan Manuel Charry dice que, en líneas generales, Ordóñez ha hecho “las cosas bien”. Descarta que sus posiciones “ideológicas y religiosas hayan tenido algo que ver con los fallos que ha proferido”, pero trae a colación dos situaciones en las que el Procurador deja claro su conservatismo ‘azul de metileno’ y sus creencias religiosas, como fue la posición que siempre ha defendido de no aceptar el aborto bajo ninguna circunstancia y el no rotundo al matrimonio y la adopción de menores de las parejas homosexuales.Charry reconoce que Ordóñez es un hombre que genera muchas críticas, pero en defensa del Procurador dice que “quienes lo atacan no les gustaría que a ellos les hicieran las mismas críticas con el tono que lo hacen”.El analista Camilo González reconoce “la formación importante como jurista” que tiene el Procurador, pero de inmediato da una visión crítica: “Hay un vacío institucional, se está extralimitando en sus funciones, tanto que ya tiene un supra poder que está, incluso, por encima de todo y eso es una distorsión del equilibrio de poderes”.“Él toma unas decisiones inquisidoras y parcializadas, porque confunde lo público, lo político y lo religioso en cada una de ellas”, complementa.La última polémica, la destitución e inhabilidad de 15 años para ejercer cargos públicos al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, lo tiene silencioso. Actúa con cautela y solo espera la apelación. Escucha al presidente Juan Manuel Santos, a la ONU, a diversos sectores, pero quienes lo conocen cuentan que la única voz que oye es la de la razón y por eso medita y reza en esa esquina de su despacho donde tiene su altar, su oratorio, al que llama la ermita. Es una tradición que cumple diariamente y a la que, impajaritablemente, le dedica 15 minutos del día.Ese es Alejandro Ordóñez, el hombre de voz pausada y gran habilidad para huir de las preguntas indiscretas de los periodistas. De fácil sonrisa, pero de duro semblante cuando aplica la ley. Lo único cierto es que hoy asistirá, como lo hace todos los domingos, a la misa en latín de la iglesia de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, en el barrio La Soledad de Bogotá.

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