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Los trolls, nacidos para insult@r

Se les conoce como ‘trolls’ y su obsesión es dejar mensajes insultantes en la red. Ofender vía web, la nueva adicción.

8 de agosto de 2010 Por: Isabel Peláez | Reportera de El País

Se les conoce como ‘trolls’ y su obsesión es dejar mensajes insultantes en la red. Ofender vía web, la nueva adicción.

Están en todas partes. Prácticamente no hay foro, columna de opinión o artículo en la red que no esté ‘infectado’ con los mensajes abusivos de los ‘trolls’. Al igual que sus antepasados escandinavos de los que deriva su nombre, los trolls son una especie de duendes o monstruos míticos que aparecen y desaparecen en la web para sembrar confrontación, caos y ruido. Su deporte favorito es llenar un sitio con insultos y caracteres gráficos, para que nadie más pueda comentar.Son intrusivos incluso cuando no usan lenguaje soez. Si alguna vez se ha encontrado con mensajes inverosímiles como este: “¿Cómo sazono mi olla? No quiero que todo lo que cocine en ella sepa igual” o preguntas intencionalmente ingenuas como: “¿Puedo usar aceite de oliva en vez de agua para hervir pasta?”, ¡cuidado! podría estar enfrentado a un ‘troll’.Los ‘trolls’ suelen estar entre los 14 y los 25 años de edad, o pueden ser adultos inmaduros, solitarios y frustrados, desempleados o con familias disfuncionales y sin una estructura emocional definida. Estos seres proyectan su agresividad reprimida hacia otro que -consideran- debe ser insultado, como una especie de juego de poder. Así los describe el psicólogo clínico Fernando Calero De la Pava, quien considera que “el troll no tiene los alcances de los hackers y crackers, ya que no espera remuneración, es como el exhibicionista, que se contenta con desnudarse”.Y aunque existen cazadores de ‘trolls’, cuya misión es desenmascararlos, es una tarea difícil, pues se dan sus mañas para ‘trollear’ y no ser atrapados en el intento, crean múltiples perfiles y cuentas, hoy participan con un ‘nick’ y mañana con otro. Aunque muchos caen porque su pésima ortografía los traiciona.Nunca dan la cara en el espacio físico porque, según Víctor Solano, consultor en comunicaciones y famoso bloguero, “son personajes inseguros. Su fragilidad emocional los hace tan agresivos en el ciberespacio como débiles en la realidad.Se escudan detrás de una identidad falsa, un seudónimo o un ‘nick’, y desde allí dan batallas sin sentido”.En ello coincide Calero De la Pava: “Estas personas son cobardes, no enfrentarían a nadie si no es bajo el manto de la duda, de la incertidumbre”.“El objetivo de un ‘Troll’ es generar discordia o controversia a través de espacios de contribución pública, como un espacio de noticias, un foro o un blog, donde cualquier persona puede entrar a dejar una opinión o comentario sobre un tema”, explica Julián Eduardo Albornoz, ingeniero de sistemas y gerente de Desarrollo Web de una compañía en Cali. Para Solano, lo que busca un ‘troll’ es llamar la atención a través de la confrontación. Puede no estar muy convencido de lo que quiere exponer, pero para él es más importante llevar la contraria que argumentar. El ‘troll’ no disfruta de un cruce de correos electrónicos, le satisface más hacerlo en el espacio público, para que otros le sigan la corriente y pueda sacar de casillas al autor del blog o del sitio. Su blanco es el autor del artículo y si ve que no tiene con quién batirse a duelo, lo hace con el primer comentarista, el más débil o el más hablador, y se ensaña con él.Ese es el caso de una ‘commenting manager’ colombiana a la que en su perfil se le metió un ‘troll’. Le envió más de 8.000 mensajes insultantes y cuando alguien busca el ‘nick’ de ella aparecen como si fueran de su autoría. Ya hizo pública su protesta: “Me trolliaron mi Twitter”. Pero logró cazar al ‘troll’.El propio candidato presidencia del Partido Verde fue víctima en plena campaña electoral de un ‘troll’ que generó un grupo en Facebook llamado ‘Me comprometo a matar a Antanas Mockus antes del 30 de mayo’, que horas después fue desactivado de la red.El blogger Víctor Solano cuenta que incluso lo han ‘trolleado’ más allá de la frontera: “En Venezuela hay uno o varios políticos con mi mismo apellido. Mi usuario en Twitter es mi apellido. Por ahí me aparecieron juicios en contra de Chávez que yo no había escrito. Pasó una semana y simplemente no contesté, lo ignoré, lo dejé pasar y el ‘troll’ se calmó solito”.Y no hay nada más frustrante para un troll que no le respondan. “Un troll ignorado es un troll lesionado”, dice Solano. Y por eso ya es parte del protocolo de Internet la regla: “Don't feed the troll” (No alimente al troll). “Su razón de ser es generar respuesta y provocar que se desate la ira en la otra persona. Si esta le responde de igual manera, va a quedar feliz. Si no, se aburre y se va”, explica el experto. Un arma para vencer a un ‘troll’ es ‘bannearlo’ o bloquearlo. Pero el camino más fácil es ignorarlo. En Colombia no hay ninguna legislación contra los trolls. Explica Solano que “los administradores de los espacios, de los foros y de las redes fijan unas reglas y los usuarios tienen que marcar la opción ‘acepto las condiciones de uso’. Si el usuario las irrespeta, el administrador está en todo el derecho de expulsarlo”.El año pasado, cuenta el periodista Guillermo Franco, autor del libro ‘Cómo escribir en la web’, en el Congreso se propuso tramitar un proyecto de ley donde se establecía la identidad plena de los usuarios de los sitios web, es decir, les exigía que se identificaran con nombre y número de cédula. “Esa misma iniciativa está funcionando en China, pero la lectura internacional que se hace es que no es más que un intento de censurar a la gente, en sociedades represivas como esa”, opina el experto. Franco, asegura que “la legislación colombiana, de alguna manera, sí le adjudica responsabilidad al propietario del medio sobre los contenidos que terceros generen en él. Mientras que la legislación estadounidense establece una inmunidad casi absoluta para los medios donde se vierten este tipo de comentarios”.Pero los ‘trolls’ no son una amenaza solo en Colombia, sino a nivel mundial. Franco comenta que en un foto en Texas se dijo que en The New York Times hay 70 personas encargadas de limpiar los comentarios de ‘trolls’ que se vierten en los foros.Para este experto en el tema web, la misma comunidad se puede encargar de controlar a los ‘trolls’, mediante la denuncia de abuso en un foro, para que el encargado del medio quite los comentarios nocivos y le niegue el acceso al usuario.Otra fórmula que algunos medios han adoptado es la de privilegiar los comentarios plenamente identificados, es decir, cuando el usuario pide acceso al foro, le marcan a su teléfono y confirman que este existe y hasta piden referencias. “Cuando tú tienes identidad plena frente al medio, tu actitud cambia. Estos excesos se cometen porque la gente está amparada en el anonimato. Si no conocen mi identidad, digo lo que me da la gana”, asegura Franco.Claro que, según él, ese anonimato es relativo. Es el caso de Nicolás Castro, el muchacho que presuntamente montó el grupo contra el hijo del Presidente Uribe. “Teóricamente, ahí había algo de anonimato, pero terminaron identificando a la persona por la dirección. Uno sí podría identificar la procedencia del usuario que hace los comentarios”.Hay más mecanismos para frenar a los ‘trolls’. Se puede pedir al usuario que participe con la identidad de Facebook, que está respaldada con 3.000 ó más fotos de la persona. Existen redes como Youtube, donde si varios usuarios consideran que el contenido es ofensivo, el sitio lo oculta. También hay un software especializado en identificar palabras soeces y no permite que se publiquen, aunque es fácil para un ‘troll’ burlarlo con diversos trucos. Lo más importante es reconocer que todos podemos llevar un ‘troll’ en nuestro interior, que no debemos alimentar.Los ‘fake’ o falsos. Su blanco: los políticosEncontramos en Colombia algunos usuarios de redes sociales como Twitter que se hacen pasar por personajes de la vida política, para hacer declaraciones ácidas en la red que los dejan en ridículo.Entre los más populares están: @MyPresident, que últimamente ha colgado comentarios como: "Me están pidiendo ya la clave de mi cuenta de twitter por el directo y me mandaron la de @myexpresident #TragameTierra", y "a ratos me parece que el uribismo ya no tiene nada que ver conmigo". Hay otros ‘fakes’ como: @AgroingresoSeguro (contra el ex ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias) o @AABienidiotti (contra el congresista Armando Benedetti). Estos especímenes son, más que ‘trolls’, ‘fakes’ (falsos). "Parafrasean al personaje que ‘suplantan’, pero los usuarios los reconocen como ‘fakes’ o usuarios falsos, es evidente que son una parodia. Hablan como hablaría su víctima, pero exagerándolo en la crítica", explica Víctor Solano, consultor en comunicaciones y blogger.Clases de trollsPrimitivo: Se arma de lenguaje soez para arremeter contra el editor de un blog o contra cualquier usuario o lector que lo contradiga. Su víctima son los bloggers conservadores, a quienes disfruta llamando ‘fascistas’.Incendiario: La viva encarnación de la demagogia en Internet. Sus comentarios incendiarios son una forma de autorrealización. Siempre tiene un par de usuarios ‘payasos’ que se dedican a aplaudir sus intervenciones.Camaleónico: Se hace pasar por liberal o conservador para situarse en posiciones ideológicas extremistas y ridículas, para desacreditar al adversario político. Profesional: El más sutil, pues teme ser censurado. Suele dejar preguntas absurdas o comentarios ininteligibles varias veces repetidos y plagados de faltas ortográficas. Su finalidad es aburrir a los usuarios.Obseso: Tiende a obsesionarse con ciertos temas y ciertos personajes. Se la pasa día y noche persiguiendo al objeto de su obsesión: por Fotolop, por Youtube, por Twitter. Raya en lo enfermizo. Fashion: Aquel ‘troll’ que solo sigue las modas. Si otros ‘trolls’ atacan a un usuario, él también se va contra él.Conquistador: En canales de chat separados usa su encanto para enredar mujeres y luego crear rivalidades entre ellas.

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