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Estefanía Borge, la actriz que enamora a 'El Joe'

La protagonista de ‘El Joe, la leyenda’, es una cartagenera de raíces rusas y paisas. Dice que vota por lo natural, por eso se quitó los implantes de seno.

14 de junio de 2011 Por: Isabel Peláez | Reportera de El País

La protagonista de ‘El Joe, la leyenda’, es una cartagenera de raíces rusas y paisas. Dice que vota por lo natural, por eso se quitó los implantes de seno.

Calla boca de clavel, uno tal para cual, quiero tenerte otra vez, uno tal para cual...” Así le cantaba Joe Arroyo a Jackeline Ramón, su ‘Jackie’, su actual esposa, hoy interpretada por Estefanía Borge. Esta cartagenera de raíces rusas aprendió a bailar con las canciones del Joe, sin saber que después de una década en la televisión afrontaría su primer protagónico en la telenovela de RCN ‘El Joe, la leyenda’.¿Ha tenido algún acercamiento a la verdadera Jackeline Ramón? Sí. En Barranquilla, en los primeros meses de grabación, el director Herney Luna nos puso en contacto. Tuvimos varias conversaciones. Es una mujer muy divertida. Y fuimos un poco necias, nos pusimos a echar cuentos y nos la pasamos muertas de la risa en lugar de hablar sobre el proyecto.¿Cuál fue su percepción sobre el amor entre Jackie y Joe?¡Espectacular! Es un amor muy fresco, una relación muy bonita, tranquila. Los dos son personas maravillosas.¿Y usted ha vivido un romance así de tormentoso, al que todos se oponen?No, En mi casa no creemos en las oposiciones. En mi familia se respetan las decisiones de cada uno.¿Y actualmente tiene pareja?No, estoy ennoviada con mi vida.¿Qué tánto sabía sobre Joe?Como buena cartagenera, como Caribe que soy, crecí con el Joe y aprendí a bailar con el Joe, pero sólo hasta que hice parte de este personaje conocí de fondo su vida y la historia asombrosa que hay detrás de cada canción. Para mí, él es un ejemplo de superación, de puro amor, gracias a esta producción lo tengo más impregnado en mi corazón.¿Y cuál es su canción favorita del Joe? ‘Noche de Arreboles’. “Hay noches de arreboles que incitan al amor y en los alrededores se enciende el ardor. Son noches de ilusiones que como hoy te llaman y te dicen mi cielo, cada día, te quiero más”...Es costeña, sin duda, pero también tiene ancestros rusos y paisas...Por ahí tengo mis raíces rusas. Mi abuela, la madre de mi papá, es rusa. Mi padre es francés, pero fue criado en Cartagena desde muy ‘peladito’. También tengo raíces paisas, de Pereira, por el lado de mi madre. Y yo soy costeña, la mezcla perfecta porque hay de todo un poco. ¿Usted es bailarina, bailar fue un requisito para este papel?No. Se llegó al personaje a través de un trabajo actoral de meses. Pero sigo bailando y nunca lo voy a dejar de hacer. Hace parte de mi vida, de mi bienestar físico y mental. Va de la mano con mi carrera como artista.¿Desde qué edad empezó a bailar?Empecé bailando ballet clásico desde los 4 años. A los 17 años me dediqué a la danza folclórica. Después que nació mi hija, me dediqué a la danza contemporánea. Hoy practico de todo un poco.¿Cómo pasó del ballet a la actuación? No he pasado del baile a otra cosa, siempre ha estado ahí. Estudié Comunicación Social y la actuación llegó a mi vida sin pensarlo. Un día me llamaron a grabar y me fue bien. Después de 11 años actuando, estoy dedicada tanto a esto como al baile.¿Cuando llegó a Bogotá, siendo madre soltera, fue difícil buscar lugar como actriz?No. He tenido esa madurez y la luz de Dios en mi corazón. Sofy y yo siempre hemos estado preparadas para recibir todas las situaciones. Nunca han sido problema ni los cambios de ciudad ni la cantidad de trabajo. Y con el amor de madre y de hija que nos une, hemos salido adelante.Usted decidió quitarse los implantes de seno. ¿Qué les recomendaría a las jóvenes que piensan ponérselos?Tuve implantes por siete años. Decidí quitármelos porque me estorbaban. Mi cuerpo empezó a cambiar, empecé a ser más delgada, la danza no era tan armónica con los implantes. Voto por lo natural. Le dan seguridad a muchas mujeres, pero en mi caso me daban un poco de inseguridad. Para mí, menos es más. Los extremos son dañinos.

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