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Si bien el distanciamiento social en lugares de gran aglomeración como las estaciones del MÍO sigue siendo un requisito, no todos respetan esta medida. Autoridades recomiendan hacer uso adecuado del tapabocas para evitar más riesgo de contagio. | Foto: José Luis Guzmán - El País

COVID-19

Un año de cambios: así impactó el covid-19 en el estilo de vida de los caleños

Actividades cotidianas como el ocio, el trabajo, la movilidad y la espiritualidad han sufrido cambios. Expertos dicen que no se debe suponer que la pandemia ha impactado del mismo modo a todos los caleños.

7 de marzo de 2021 Por: Andrea Milena Otero O., reportera de El País.

Al cumplirse un año de la actual pandemia por el covid-19 en Colombia, actividades cotidianas como el ocio, el trabajo, la movilidad, e incluso la espiritualidad, cambiaron. Sin embargo, una de las principales conclusiones que deja esta emergencia sanitaria es que la vida es preciada y que en consecuencia, como lo advierten los expertos, se debe mantener como principio el cuidado mutuo y responsable.

Viviana Barberena Nisimblat, abogada y filósofa, con maestría en Administración Pública, afirma que la vida se transformó con la pandemia y lo seguirá haciendo, tanto que la humanidad no podrá volver a ser la misma. “Parodiando a Neruda, ‘nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos’. Llegaremos seguramente a la normalidad, pero será una nueva normalidad”.

Según ella, los efectos de la pandemia en ciudades como Cali están mediados por algo impensable en tiempos de globalización y es que la vida retornó a lo local y para ser más exactos a lo barrial, a la cuadra que era el máximo espacio vital para moverse.

“De repente lo que era tan obvio en la sociedad y en la familia se volvió peligroso. Entonces el afecto se volvió distanciamiento y las relaciones, virtualidad. El consumo cayó, la familia se recogió y la cooperación se impuso como la única manera de sobrevivir”, comenta Barberena.

No obstante, para el director del Programa de Antropología de la Universidad Icesi, Enrique Jaramillo Buenaventura, este no puede ser un debate generalizado, es decir, es necesario pensar de forma diferencial y no suponer que la pandemia ha impactado del mismo modo la vida de los caleños, desconociendo de antemano las particularidades de las poblaciones que habitan en una ciudad como esta.

Por ejemplo, “a lo largo de la pandemia se han dado recomendaciones de salud que son ciegas a las desigualdades y a las brechas que separan a poblaciones de una misma ciudad, por eso es difícil determinar cómo la emergencia sanitaria cambió la vida de quienes vivimos en la capital vallecaucana, porque hay condiciones que conducen a que ciertos sectores no puedan acatar normas de bioseguridad, puede ser por razones múltiples: culturales, sociales o económicas”, explica el antropólogo.

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De acuerdo con el profesional, quien se desempeña también como profesor en el Departamento de Estudios Sociales de la Universidad Icesi, es demasiado apresurado sacar conclusiones de los cambios profundos que posiblemente la pandemia ha dejado en la vida de las personas; sin embargo, al igual que la historiadora y Magíster en Sociología Diana Patricia Quinaya Ocampo, Jaramillo coincide en afirmar que medidas como el distanciamiento social marcan un precedente en las rutinas diarias de las personas.

Así, “el estar alejados unos de otros se convierte quizá en el principal factor que altera las relaciones de los individuos, los colectivos y en general de la ciudadanía, pues impone nuevos retos que nos llevan a apostar por nuevas formas de sociabilidad, mediadas en nuevos espacios de convivencia y con dinámicas distintas que se centran en reveladoras formas de relacionarnos a partir de la idea del cuidado”, precisa Quinaya, docente de la Universidad Santiago de Cali.

Es así como los espacios que antes estaban pensados como escenarios de sociabilidad y de esparcimiento, colmados por multitudes, como el centro de la ciudad, los locales comerciales, parques y demás, hoy son entendidos de una forma distinta en procura de relaciones que favorezcan el cuidado propio y el cuidado del otro.

Pero en la cotidianidad caleña el estar lejos o cerca físicamente es algo muy significativo, “pues somos una cultura que por idiosincrasia está centrada en la cercanía física, el abrazo, el beso, el baile, el saludo ameno que permite expresar nuestras emociones”, comenta la historiadora.
No obstante, desde una perspectiva sociológica y antropológica, la pandemia es una oportunidad para que las nuevas generaciones valoren aún más todas las formas de sociabilidad, tanto tradicionales como digitales.

Así mismo, es la ocasión ideal para que tomen la iniciativa en nuevos espacios de gobernabilidad, que promuevan la generación de políticas públicas cercanas a las realidades sociales.

Sin embargo, Lina Martínez, Ph.D en Políticas Públicas y directora del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Icesi, recomienda no hablar de una transformación en la cultura ciudadana, pero sí aspira a que lo vivido en este último año haga de Cali una ciudad más generosa, en la que se está dispuesta a ayudar al otro y a afrontar en colectividad los diferentes desafíos que a futuro traerá la pandemia, el principal de ellos: la reducción de la pobreza.

Para no olvidar

A lo largo de los últimos 12 meses han sido varias las muestras de solidaridad que se han registrado. “Estas expresiones dejan ver la hipersensibilidad por compartir con el otro, por ayudar a los más necesitados, por promover la generosidad a pesar de que han sido circunstancias difíciles para todos”, así lo destaca el padre José González.
Desde su experiencia, el sacerdote, vicario para la Reconciliación y la Paz de la Arquidiócesis de Cali, afirma que la pandemia transformó profundamente los hogares, permitiendo que el valor por la familia y los seres queridos se haya incrementado.

Diana Patricia Quinaya considera que otro aspecto positivo que se puede extraer en medio de todo el caos propio por la presencia del coronavirus en Colombia, es el acercamiento de la gente con los procesos de comprensión de la ciencia, así como con el reconocimiento de los hábitos de higiene que garantizan una mejor salud pública.

Al respecto, Viviana Barberena Nisimblat, quien labora como consultora en desarrollo territorial, cultura ciudadana, gestión pública y modernización del Estado, explica que “es muy importante rescatar el valor de la ciencia, tomar en serio sus recomendaciones y además fomentarla como parte fundamental del desarrollo del ecosistema universal. El ser humano no puede darse el lujo de desatender sus llamados”.

Finalmente, al igual que los demás expertos consultados, Barberena afirma que es necesario interiorizar el concepto de corresponsabilidad, así como crear normas y prácticas socioculturales que nos permitan vivir mejor y en armonía con los otros y con la naturaleza.

“Esta pandemia mostró más que nunca, que como diría Antanas Mockus, se trata de no olvidar que yo me cuido para cuidarte y tú te cuidas para cuidarme”, concluye.

Hábitos de cuidado

  • Lavado frecuente de manos.
  • Uso de tapabocas y/o caretas.
  • Desinfección de espacios privados y comunes.
  • Uso de gel desinfectante y/o alcohol.
  • Distancia- miento social.
  • Protocolos de desinfección al ingresar de la calle a los hogares.
  • Consumo de bebidas y/o alimentos en lugares de confianza.
  • Compras y gestiones online.
  • Preferencia por espacios abiertos o con buena ventilación.

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