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Gracias al Museo Libre de Arte Público, Muli, varios espacios de la capital del Valle se han enlucido con pinturas de artistas nacionales y extranjeros. En la imagen, Carolina Jaramillo, directora de este centro cultural fundado el 2 de mayo del año 2012. | Foto: Oswaldo Páez / El País

ARTE

Cali se llena de historia y color con el Museo Libre de Arte Público

El Museo Libre de Arte Público en Colombia, Muli, embellece la ciudad dando vida a sitios olvidados. En la antigua Estación del Ferrocarril, su sede, exhibe la muestra ‘Reincorporarte’.

1 de julio de 2019 Por: Valentina Azcárate - Semillero de Periodismo UAO - El País

El horror que vivió Cali el 7 de agosto de 1956, causado por la explosión de seis camiones del Ejército cargados de dinamita, convirtieron a la ciudad en un cementerio. La tragedia dejó un cráter de 58 metros de largo con 25 metros de profundidad, 4000 muertos y 12000 heridos.

Esa madrugada, 41 manzanas se vieron afectadas en más de seis barrios y algunos lugares, como la estación del Ferrocarril del Pacífico, quedaron en el olvido.

Hoy, la antigua estación del tren conserva el oscuro recuerdo de aquella madrugada, cuando la ciudad crecía con la industrialización del transporte y se fracturó con la onda explosiva. Ahora, las oficinas de Metro Cali S.A., ocupan este lugar y allí se exhiben los imponentes murales de Hernando Tejada que cuentan la historia de la Colonia y la Independencia.

En la parte de atrás está el andén para llegar a la vía férrea de hace más de 50 años, algunos vagones carcomidos por el óxido que, por dentro, llevan los recuerdos de esa Cali de comienzos del siglo XX, con sus decorados de madera, minibares y techo en acrílico.

En el sótano de la edificación se encuentran unos cuadros de más de tres metros de ancho, uno con tres rostros iguales de la misma figura femenina de color fucsia y otro, a blanco y negro, de un campesino que lleva en su cabeza una cosecha y la comparte con otra persona. Estos cuadros indican la llegada a la sede principal del Museo Libre de Arte Público en Colombia, Muli, el más grande de cielos abiertos en Latinoamérica.

“Muli es una institución que busca articular el arte, la comunidad y el espacio, a través de la resignificación de territorios, comprendiendo que el territorio es el espacio y el relacionamiento humano que se da en él.
Entonces, al resignificar un territorio, también se impacta a la comunidad y se transforma su comportamiento frente al mismo”, explicó Carolina Jaramillo, directora y fundadora de Muli.

El museo se encuentra en 16 de comunas de Cali, en dos de sus corregimientos y en tres municipios del Valle. Trabaja, en mayor medida, las obras de mosaicos, las cuales consisten en cortar piezas de cerámica, vidrio o mármol y agruparlas para crear una representación artística.

Vea también: 'Video: ¿cuáles son los murales que embellecen a Cali?, véalos aquí'.

Además, el Muli incorpora el muralismo, movimiento en el que se pinta sobre grandes espacios, con artistas locales e internacionales, en territorios de encuentro (donde la gente va a diario) y en territorios de confianza, en los que, por alguna circunstancia, las personas de allí necesitan ser sanadas. Por último, en territorios solidarios, que son construidos por la misma comunidad, el museo y organizaciones que se unen para cumplir con su componente de responsabilidad social.

Precisamente, en el barrio Siloé, donde el museo realizó uno de sus talleres de arte para la comunidad, descubrieron al artista Carlos Valencia, un hombre de 32 años que sufre de artritis reumatoide juvenil desde los 13 años, enfermedad que le deformó sus manos y por la que perdió la movilidad en ellas.

“El Muli vino acá al barrio hace seis años y me invitaron a sus talleres, no iba porque no sabía nada de arte y Carolina Jaramillo me insistió, me dijo que eso era bueno para mí, entonces me atreví a ir. Desde el primer día, me gustó y cuando me enseñaron sobre el mosaico yo quedé impresionado”, contó Carlos.

Por su discapacidad no podía hacer la técnica de cortar la cerámica con las pinzas para las obras del mosaico. A los días, Carolina le contó que había llegado una máquina desde Suiza que hacía los cortes de las baldosas, para que él pudiera hacer sus obras en mosaico y fuera un artista que trabajara directamente con el museo.

“Dejé de estudiar desde los 13 años porque mi discapacidad fue muy fuerte y solo tenía contacto con mi familia, tampoco terminé el bachillerato. Pero luego, cuando conocí el arte, cuando conocí el Muli y en él encontré una oportunidad de vida para seguir adelante, ya no podía dejar que mi discapacidad me hiciera a un lado. Ahora, desde el museo, tratamos de embellecer la ciudad dando vida a los sitios olvidados”, comentó Carlos Valencia.

Carolina Jaramillo manifestó que este es el principal motivo del nacimiento de Muli: “Dar una oportunidad de trabajo a los más de 45.000 artistas en Colombia no en qué laborar”. Además, apoyar a que Cali sea un punto turístico del arte.

“El Muli es mi misión de vida, soy ingeniera industrial y administradora de empresas, y cuando ejercí estas carreras entendí que no iba a ser feliz trabajando en eso, pues desde pequeña amé el arte y decidí volverlo mi estilo de vida y ayudar a quienes también lo aman”.

Por esto, desde mayo del 2012 Carolina fundó el Muli y realizó la primera Bienal Internacional de Muralismo y Arte Público del museo, donde contó con artistas nacionales e internacionales, convirtiendo a Cali en un epicentro del arte en Latinoamérica. También fue la primera vez que el museo cayó en quiebra, pues invirtió casi todo en el evento. Pero en ese entonces actuaron los “ángeles”, personas que ayudan económicamente al museo de forma desinteresada.

Uno de los ángeles es Diana Casos, cuyas iniciales de su nombre están en el salón del museo, en forma de agradecimiento. Este queda por un pasillo de aquel sótano que solía ser para las bodegas de la estación del ferrocarril. Sus paredes llenas de polvo y de moho y sus construcciones, caídas por la noche más oscura que ha vivido Cali, fueron reemplazadas por una pintura de color verde, enredaderas de hojas artificiales, exposiciones de fotografías sobre Cali y el mundo, y una reconstrucción de los túneles subterráneos que atraviesan la ciudad des de Chipichape hasta las bodegas de la antigua estación del tren.

Cualquier persona puede entrar a la antigua estación del tren a hacer recorrido del museo pagando $5000.

Además, se puede pagar por recorridos turísticos por los lugares donde están presentes las obras del museo.

De estación en estación

En el Salón DC, está la última exposición del museo, ‘Reincorporarte’, que trata la realidad de la guerra desde la perspectiva de cinco excombatientes de las Farc. Su ruta comienza en la estación donde los excombatientes cuentan en cartas pegadas en la pared y escritas a mano, qué es la violencia para ellos.

La siguiente estación es sobre lo peor de la guerra, donde corre la sangre por el piso y hay partes de cuerpos desmembrados. Por lo menos, así lo hace sentir la pintura roja, las botas negras en el piso y una cabeza de hule que cuelga del techo.

Luego reflejan por medio de cuadros de pintura sus mejores momentos en campamento, como las comitivas. Continúa hacia la estación donde acaba el conflicto: hay unos ladrillos en un stand, que representan el odio y unas semillas de frijoles, que representan el amor.

En las siguientes estaciones los excombatientes se expresan sobre el perdón y el arrepentimiento, a través de escritos y dibujos, sobre los hechos de paz, como dejar la selva, el morral y las botas, para regresar con su familia. El amor ha crecido, pues hay unos vasos donde las personas dejaron sembrada la semilla de los frijoles, dando paso a unas extensas ramas que cubren la pared.

En las últimas estaciones se encuentra el Laberinto de la Reconciliación, un dibujo donde las personas pueden decidir desde cuál camino se puede llegar a la paz, ya sea el amor, el odio, la verdad, entre otros.

También se encuentra la estación de la Resilencia, con una fotografía de Martha Posso, donde hay una iglesia con las puertas abiertas, en una de ellas está un cartel que prohíbe el uso de armas en el recinto y el padre entra.

Finaliza con la obra de Cerón, un mural que tiene un bus articulado del MÍO y los rostros de las personas de forma caricaturesca, mostrando la Cali urbana, con una gran diversidad de pensamientos.

“Eso es lo que hace Muli, construir tejido social a través de sus obras y de su trabajo con la comunidad”, explicó Fabián Alejandro López ‘Fabal’, un artista local que descubrió que se podía vivir también del arte, a pesar de que ejerce su carrera de derecho y quien manifiesta que siente la felicidad máxima cuando está pintando.

Similar apreciación comparte Iván Teryda, un artista internacional que es discapacitado por una parálisis cerebral que sufrió al nacer. “Cuando era niño no podía hablar bien, ni moverme, pero gracias a muchas terapias pude recuperar algo de motricidad. Antes, a movilidad de mis manos era nula, hasta que toqué la arcilla y hasta que conocí el arte”.

En Argentina, debido a su discapacidad, a Iván lo excluyeron de muchos concursos de arte, sufría bullying en su escuela y cuando, quiso entrar a estudiar sobre la técnica del mosaico, le dijeron que nunca podría y que estaba loco.

“Una vez en la escuela, empezaron a golpearme, solo porque era diferente a ellos. Ese día me dieron tantas patadas que me corrieron una vértebra de la columna. Pero todas esas experiencias solo me ayudaron a transformar lo negativo en positivo. Aprendí que no debía avergonzarme de lo que era y que sí podía lograr lo que me propusiera”, contó Iván.

Entonces entró a estudiar mosaico y luego participó en la Bienal del 2017 de Muli, la cual tenía el tema ‘La capacidad en la incapacidad’, en el que mostró en su obra que la incapacidad solo está en el otro, de poder aceptar a los demás tal cual como son.

Precisamente, su obra se encuentra en el túnel que conecta la Terminal de Transportes con la Avenida 2N, a menos de 500 metros de la antigua estación del tren, donde el Muli trabaja por impactar territorios para reconstruir el tejido social y transforma la muerte y el olvido causado por la dinamita, en color, historia y arte.

Las obras del Museo Libre de Arte Público en Colombia, Muli, están presentes en más de 69 pabellones distribuidos por la ciudad de Cali.

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