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Monseñor Darío de Jesús Monsalve, celebró 25 años de episcopado | Foto: Foto: Raúl Palacios / El País

IGLESIA CATÓLICA

Monseñor Darío de Jesús Monsalve, celebró 25 años de episcopado

Una cincuentena de sacerdotes y una decena de obispos de la región y el país acompañaron el oficio religioso de monseñor Monsalve, así como tres de sus hermanos, varios sobrinos y delegaciones de Bahía Málaga y otros lugares del país donde antes ejerció su vida religiosa.

15 de noviembre de 2018 Por: Olga Lucía Criollo - reportera de El País

“Pido perdón por todos mis pecados y ofrendo de nuevo mi vida al Señor”, dijo monseñor Darío de Jesús Monsalve ayer durante la eucarística con la que celebró sus 25 años de ordenación episcopal.

El templo que escogió para ello fue el Santuario Señor Jesús de la Divina Misericordia, ubicado en el barrio El Pondaje, en el oriente de la ciudad, adonde acudieron cerca de 400 personas para darle gracias a Dios por “la vida y la misión pastoral” del Arzobispo de Cali.

Una cincuentena de sacerdotes y una decena de obispos de la región y el país acompañaron el oficio religioso de monseñor Monsalve, así como tres de sus hermanos, varios sobrinos y delegaciones de Bahía Málaga y otros lugares del país donde antes ejerció su vida religiosa. Agradeció especialmente la presencia de cuatro de los cinco sacerdotes que ordenó tan solo una semana después de haber sido nombrado Obispo en Jericó, Antioquia.

“Recordar es pasar de nuevo por el corazón lo que ya se ha vivido y, en términos de fe, es recordar el memorial que Cristo nos ha dejado”, continuó diciendo quien se ganó el apelativo de Artesano de la Paz, por su decidido apoyo a las negociaciones con los grupos armados al margen de la ley.

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Y en alusión al Evangelio leído poco antes, monseñor agregó que “en los momentos actuales tenemos todos la amenaza de sentirnos solos, sin líderes, como ovejas perdidas”, pero invitó a los presentes a “buscar ser hombres y mujeres capaces de sacrificarse por los demás”.

Luego, junto con el coro del Seminario de Cali, cantó el Padrenuestro es latín, como muestra de la alegría que sentía. Y no era para menos, porque desde el mediodía, durante un almuerzo que se organizó en su honor en el Hotel Dann Carlton, había estado recibiendo múltiples muestras de afecto y reconocimiento por la labor pastoral realizada en la capital del Valle durante los ocho años que lleva en la ciudad.

Fue así como el casi centenar de personas que acudieron a esa primera cita escucharon cómo la Alcaldía de Cali le otorgó la medalla Sebastián de Belalcázar, grado Cruz de Comendador, y la Gobernación del Valle la Medalla Ciudades Confederadas, en el grado Gran Cruz Oficial, seguidas de otras entregadas por las universidades Pontificia Javeriana de Cali, San Buenaventura y Católica, entre otras. “Muchas gracias, pero me las tengo que quitar para que se vea el Cristo”, dijo jocosamente respecto a la medallería que al final cargaba sobre su pecho.

Durante el acto, se exhibió un video que mostraba la historia personal y religiosa del hoy Arzobispo de Cali, quien con nostalgia rememoró algunas de las palabras que pronunció el 15 de noviembre de 1993, en el marco de la celebración de su consagración episcopal en la Catedral de Jericó: “¡Bendito sea Dios que nos ha reunido en el amor de Cristo! ‘Con los ojos fijos en Jesús, el que inicia y consuma nuestra fe’, me presentó ante ustedes como Obispo de la Iglesia”, se lee en efecto en un libro que contiene los discursos y homilías de aquel importante momento de su vida eclesial.

Veinticinco años han pasado desde entonces, pero para su hermana Emilsen, Darío de Jesús sigue siendo ante todo el hermano mayor con el que de niña solía salir a pasear, el que desde siempre fue un ejemplo de vida y aquel al que ama entrañablemente. Solo que ayer, al ver al ahora Arzobispo de Cali rodeado de tanta gente, entendió que esos sentimientos han ido brotando en muchas personas de los lugares en los que monseñor Monsalve ha ejercido su ejercicio pastoral, y que la capital del Valle del Cauca no es la excepción: los caleños quieren, admiran, respetan y valoran al Artesano de la Paz.

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