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En pleno Siglo XXI, Cali está llena de brujas. Le contamos quiénes son

La brujería es una práctica a la que acuden muchos caleños para conocer su destino o resolver problemas económicos, laborales o sentimentales. Para algunos, esta actividad es un peligro para la salud.

5 de junio de 2011 Por: Adolfo Ocho Moyano

La brujería es una práctica a la que acuden muchos caleños para conocer su destino o resolver problemas económicos, laborales o sentimentales. Para algunos, esta actividad es un peligro para la salud.

Esperanza cuenta que aunque tuvo miedo por primera vez en años, su fe en lo que ella llama su don era más poderosa. Y es que se trataba de una situación extrema de la que sólo podía salir estando completamente convencida de sí misma y de sus capacidades paranormales: un jefe paramilitar del Putumayo, que la había buscado para que le blindara el cuerpo en contra de las balas enemigas, le pedía ahora que le probara la efectividad de su hechizo.De pie frente a ella, sin camisa, con la mano izquierda extendida paralela al suelo, le ordenó que le disparara con un revólver de bajo calibre que él mismo acababa de cargar con balas sacadas de su cinto.Ella nunca había sostenido un arma en sus manos así que no dejaba de temblar. Temía que la puntería le fallara, temía volarse un dedo. Pero, nada podía hacer. Su propia vida dependía de eso. De hecho, como una suerte de malévola garantía, el hombre la había hecho ir a su guarida acompañada de dos de sus hijas. Las niñas de Esperanza estaban en la terraza de una enorme casa de tres pisos mientras abajo su madre estaba a punto de dispararle a alguien a menos de tres metros de distancia. No había manera de salir de eso. De modo que Esperanza cerró los ojos y apretó el gatillo.Ella cuenta que la bala alcanzó la palma de la mano y, desafiando las leyes de la naturaleza, no la atravesó, sino que rebotó en la piel, quemándola, dejando una cicatriz imborrable. El proyectil fue a parar a una pared que estaba detrás del hombre.De eso hace cuatro años. Ahora Esperanza ser ríe de esos días. Dice que es algo así como gajes del oficio, que esas cosas pasan cuando se es bueno en lo que se hace y cuando se le tiene amor al trabajo.Mitos, leyendas y realidadesA María le pasa lo mismo que al personaje que Flora Martínez en la telenovela que está protagonizando, La Bruja: a veces la miran de reojo y cada vez que entra a la iglesia los cuchicheos se elevan como oraciones. Ella dice que no es ninguna bruja. “Yo no vuelo en escoba, mijo”, dice muerta de la risa mientras besa un cigarrillo sin filtro y se persigna con él, pidiéndole permiso a las fuerzas del universo para ver el futuro de una persona a través de las cenizas.Ella dice que no es bruja, es sólo una experta en las energías que existen en el planeta. “Experta en las buenas, eso sí”, aclara, “no en magia negra”.Mide menos de 1.60 centímetros. Lleva las uñas pintadas de rojo sangre, sandalias del mismo color y una blusa negra sin escote. Tiene el cabello rubio recogido en una cola de caballo, que le llega a la mitad de la espalda. Lleva los ojos delineados. Parece una mujer como cualquier otra. En las paredes de la sala de su casa hay cruces, imágenes de santos católicos, la Virgen María y fotos de sus hijas. Sobre una mesita al lado del sofá estilo victoriano hay un florero lleno de diente de león, una flor dorada que, según dicen, tiene el poder de atraer buenas energías.Por ninguna parte se ven calaveras, huesos humanos o de animal. No hay cortinas negras ni gatos, siquiera. Primer mito derrumbado.En la cocina, al lado de las ollas, del lavaplatos, hay otra mesa con un mantel rojo. Apenas tiene espacio para dos asientos. En el centro hay un plato de latón lleno de frijoles, maíz y otros granos oscuros. Debajo hay billetes de baja denominación. Es para la prosperidad económica, explica.Esa es su ‘oficina’. Allí, María atiende a sus clientes que le piden a ella, la “bruja del barrio” que les prediga su suerte, que le regresen al amor perdido, que el viaje que tienen planeado resulte bien, que las elecciones de octubre próximo les favorezcan.No dice quiénes son, pero jura que en este mes ya ha atendido a tres prominentes políticos caleños que han pagado hasta $300.000 cada uno por riegos, baños, velas y hechizos que los ayuden a vencer en las urnas.María no trabaja en nada más. Desde hace más de diez años, cuando regresó de Tumaco, en donde una santera le enseñó las artes de la hechicería y la magia, se ha dedicado a suplir el dinero de sus gastos con su talento.Dice que es tan efectiva que tiene clientes en Europa y Estados Unidos. En España, por ejemplo, seis personas la llaman del otro lado del Atlántico para que ella les conteste preguntas referentes al amor, el dinero y la salud. Cobra 20 euros a cada uno. Ese valor cubre que ella lance tres veces seguidas, sobre su mesa de mantel rojo, las 50 cartas del tarot de los ángeles y las interprete. A los clientes en Estados Unidos les cobra US$18 por consulta.Las tarifas locales son variables. Por leer un cigarrillo cobra $3.000. Pero la persona puede querer saber más sobre un tema o necesita preguntar otras cosas, así que se necesitan más cigarrillos. Hay quienes le pagan por leerlos hasta diez veces. Es decir $30.000 por una sola sesión.Sin embargo, no sólo la consultan para conocer el futuro. María dice que la mayoría de quienes llegan hasta su puerta lo hacen por un problema sentimental y que van mujeres y hombres por igual. Universitarios con uniforme de odontólogos o médicos.Amas de casa, abogados, taxistas, modelos, profesores, narcotraficantes. Todos, sean quienes sean, le han rogado que el amor de sus vidas vuelva y para ello le llevan una fotografía y le pagan rituales que pueden ser sencillos, como el llamado ‘acaramelamiento’, que consiste en uso ‘apropiado’ de velas y oraciones para provocar apasionamiento y que vale $12.000. María explica que hay varias técnicas. La mayoría incluyen plantas traídas de Tumaco y es necesario que el que busca el amor se realice baños, infusiones, rituales. Eso puede costar hasta $300.000.Pese a los altos costos de algunos de sus servicios, María puede recibir al día unas seis o siete personas. Eso sin contar las llamadas a sus tres celulares: uno por cada país, es decir, uno para Estados Unidos, uno para España y uno para Colombia.Otro mito que derrumba sobre las brujas es que, al menos ella, no adivina números de lotería. “Si supiera cuál va a ser el ganador, pues me la gano yo y me retiro de esto ¿no le parece?”. Abracadabra: ¡estafado!Rodrigo duda acerca de contar su historia. Está sentado en una cafetería cercana al cementerio central de Cali, donde lo citó un periodista, pero ya allí parece arrepentido de haber aceptado ir. Dice que le ha costado mucho olvidar cómo perdió un millón de pesos hace ya cinco años por culpa de una hechicera. Lo dice haciendo una mueca.Asegura que no ha podido lograr que alguien le preste atención. Que en la Fiscalía le dijeron que practicar artes mágicas no es ningún delito y que él entregó el dinero conscientemente. No toca la gaseosa que pidió. Ya en ese punto decide terminar la historia.Rodrigo, un hombre casado, empleado público desde hace varios años y con un hijo ya en la universidad dice que es verdaderamente vergonzoso que, a su edad, alguien lo haya engañado con tanta facilidad. Él decidió consultar a una esoterista que encontró en los avisos clasificados del periódico porque, justamente, acababa de recibir un dinero y quería asegurarse de que el negocio que le estaban proponiendo resultara exitoso.Después de pagar $20.000 para que le hicieran un baño permaneció por días sin saber de la “tal bruja esa”. Después ella lo ubicó y le dijo que al parecer algo había salido mal en el ritual y que ahora él estaba maldito. La mujer le pidió regresar al río en donde le hizo el ‘trabajo’ para que comprobara la veracidad de sus palabras.A regañadientes Rodrigo volvió al sitio y encontró un pequeño altar de piedras con una pata de gallo cercenada, una foto suya manchada de sangre y un mechón de cabello. La hechicera le dijo que él no había tenido fe y que ella estaba obligada a hacerle pagar por jugar con fuerzas oscuras.Lleno de pánico, Rodrigo accedió a que la mujer lo librara del hechizo a cambio de pagarle un millón de pesos. Desde entonces no supo más de ella. La Fiscalía de Cali dice que no existen registros de casos de estafa por mentalistas, brujos, hechiceros o tarotistas. Sin embargo, un investigador del ente acusador dice que al mes se investigan entre 70 y 85 casos de estafa y que al menos 7 tienen que ver con brujería. Y no son pocos los testimonios de personas que aseguran haber entregado altas sumas de dinero para que le curen una enfermedad que la medicina tradicional no puede.La psicóloga Ángela María Pacheco dice que es muy común que las personas caigan en ese tipo de engaños porque hay una motivación cultural, una motivación mental y una motivación intencional.Eso significa que históricamente hemos estado relacionando hechos no comprensibles racionalmente a fenómenos paranormales y que concientemente buscamos refugio en la fe.Se trata, explica la psicóloga, de que necesitamos creer que hay fuerzas ajenas a nosotros que nos van a ayudar y eso nos tranquiliza.Esperanza está de acuerdo. Por eso ella dice que no cobra más de $20.000 la consulta y que los riegos, velas y baños son, en su mayoría gratuitos. Ella jura que su único interés es ayudar a quienes lo necesitan.Asegura que lo que hace no tiene motivación económica y que le da lo mismo ayudar a una adolescente enamoradiza que a un político.Cuenta que un polémico y reconocido ex gobernador del Valle llegó hasta su puerta a solicitar de sus servicios y que en Putumayo ayudó a un alcalde a reelegirse.Dice que en las pasadas consultas internas de partidos para escoger candidatos a alcaldías, gobernaciones, asambleas y concejos ella “metió la mano y su aspirante salió triunfante”.Eso sí, agrega, ella sólo actúa para bien. Nada de dañar a nadie, “aunque sé hacer eso perfectamente”.Al final no es claro si es verdad el adagio popular de que brujas las hay porque las hay, pero lo cierto es que esas mujeres, en pleno Siglo XXI, creen en sí mismas y en su poder. Y no son las únicas, muchos son quienes las consultan y les creen. De todo se ve...Mala experiencia con una brujaConstanza no sabía qué más hacer con el problema de adicción a las drogas de su hijo. Ya lo había obligado a internarse en un centro de rehabilitación en Cali y otro en Armenia, pero se fugó de ambos. Una vecina suya, quien consultaba a una bruja del barrio El Rodeo, le aconsejó ir a verla. La espiritista le dijo que el problema de su hijo eran espíritus malvados y que necesitaba tratamientos extensos con riegos y baños. La bruja le dijo que necesitaría tres sesiones. Cada una le costó $50.000. Contanza dice que la mujer dividió su tratamiento en un mes pero que no vio resultados, así que tuvo que extenderlo. En total Constanza se gastó $450.000 en tratamientos y, aunque con mucha culpa por haber perdido el dinero, admite que su hijo aún no se recupera.

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