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El teatro es una de las actividades que brinda el componente cultural del programa TIP (Tratamiento Integral de Pandillas). El proyecto es de la Alcaldía de Cali y de la Universidad del Valle. | Foto: Bernardo Peña / El País

El proyecto en Cali que aleja a los jóvenes de las drogas y los introduce al teatro

En ocho comunas de Cali el programa TIP ha permitido que varios chicos se alejen de las drogas y las armas y las cambien por el teatro, por ejemplo.

25 de noviembre de 2018 Por: Susana Serrano / Integrante del Semillero UAO - El País 

El eco del disparo resuena en las calles del barrio y un cuerpo yace inerte en el pavimento. Edad de la víctima, desconocida; sexo, no importa; afiliación a alguna pandilla, quién sabe, ya solo con ser del otro lado de la frontera y cruzar sin permiso te convierte en el enemigo. “Las fronteras invisibles para mí han sido un tema difícil, he visto que matan a muchos niños por pasarse a donde no deben y es inocencia, uno no sabe dónde quedan las fronteras”, comenta Eider Alexander Rubio, de 19 años, quien conoció de cerca este mundo.

Pero algo en los barrios ha ido cambiando, la confrontación entre las pandillas ha decrecido y esto se debe a la labor desde hace tres años de TIP: Tratamiento Integral de Pandillas, una iniciativa apoyada por la Secretaría de Seguridad y Justicia de la Alcaldía de Cali y la Universidad del Valle, con la que se busca alejar a los jóvenes entre los 14 y los 28 años de los malos caminos, a través de cinco componentes (psicosocial, empleabilidad, formación, ciudadanía, deporte-recreación y cultura) y demostrarles que se puede hacer un proyecto de vida distinto, porque tienen las capacidades para lograrlo.

“Hay chicos con mucho talento que pueden apartar la discriminación, quitar un poco de suposiciones que hay entorno a las pandillas y abrir los ojos de los jóvenes que no creen que tienen las facultades. Mostrarles que pueden salir adelante con su ejemplo”, dice Edwin Aguilar, coordinador de uno de los componentes de TIP.

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Ser o no ser

TIP trabaja en ocho comunas de Cali: la 1, 6, 13, 14, 15, 16, 20 y 21. Llegaron a ellas con apoyo de la Policía, con la cual se hizo un trabajo de campo para contabilizar y calificar las pandillas y así saber dónde se debería intervenir.

“Nosotros estamos trabajando y mitigando -lo que ya está pasando-. Es aún más alto el compromiso, porque nos toca trabajar con las comunidades que están en las fronteras, con todos los conflictos que puede haber aledaños a eso. No es un proceso de prevención”, comenta Aguilar.

El proyecto ha tenido muy buena acogida. Ya se tienen en lista 60 grupos con los cuales se trabaja constantemente, con diferentes productos y actividades, para mantener sus mentes ocupadas y evitar que reincidan en actos de violencia. Esta variedad permite que los jóvenes se beneficien y logren impulsar sus proyectos de vida teniendo en cuenta sus fortalezas.

La alternativa del teatro

El teatro es una de las actividades que brinda el componente cultural de TIP. En ella los chicos pueden ser participantes pasivos -quienes solo van a ver las obras- o activos -aquellos que actúan-. Estos últimos han tenido un proceso de mayor impacto porque sienten que la actuación es lo de ellos y se motivan.

El grupo de teatro cuenta, en promedio con doce participantes, de los cuales, ocho son constantes en el proceso.

‘Fronteras Invisibles’ es el nombre de la nueva obra que están montando y el guión se ha hecho de forma colectiva, permitiendo que los jóvenes incluyan su lenguaje, sus jergas y su propia reflexión, al modo del Teatro del Oprimido.

“Muchos chicos a partir de esta experiencia están teniendo una reflexión, porque la obra es sobre las fronteras invisibles, sobre las condiciones. Las fronteras no son tan solo territoriales, también son sociales al no poder ellos tener acceso a cosas como la educación o que le expidan un documento como una cédula. La obra hace que ellos reflexionen y tengan consciencia sobre cómo ha sido su vida y qué pueden hacer con ella”.

Además de estas actividades también se ayuda a los jóvenes a terminar sus estudios básicos en instituciones públicas cercanas a sus comunas. También se hacen procesos de desintoxicación, gracias a convenios con diferentes organizaciones como Oportunidades de Vida o el Icbf.

“Hemos logrado transformar sus rostros, devolverles un poco de vida, cambiar sus oportunidades y que se sientan personas con derechos, en igualdad de condiciones que los demás, porque muchas veces la condición de pandilleros no les deja verse igual a los otros. Hoy se les ve el mismo potencial que a los demás. Tienen el mismo ánimo de seguir avanzando”, explica Aguilar.

Un punto de encuentro

Ser parte de la obra les ha dado una comunidad donde se sienten iguales, cosa que, para Kelly Perdomo, directora de Casa Naranja (espacio cultural apoyado por TIP en el barrio El Poblado, oriente de la ciudad, donde se les da a los jóvenes clases de teatro, música, danza), es de vital importancia para los jóvenes.

“Si los muchachos tienen un punto de encuentro protector, donde encuentran ecosistemas de paz, aprenden a somatizar las cosas negativas, se sienten importantes, se sienten valorados y sienten que lo que hacen les está generando a otras personas una transformación interna”, dice Perdomo.

Las actividades en Casa Naranja ha disminuido las confrontaciones entre los jóvenes, porque les demuestra que no están solos y pueden solucionar sus problemas hablando. Ir al teatro en este lugar también ha hecho que las pandillas reflexionen sobre la convivencia con otros en un mismo espacio, sin líos. Para Perdomo fue una sorpresa ver que los jóvenes llegaran, en especial porque no vivían en una zona cercana a El Poblado.

“Me parecía valioso que ellos llegaran acá, al otro lado de la ciudad, en MÍO. Venían de otros barrios, de otras comunas. Yo creí que no vendrían, porque la cultura de acá es ir a rumbear, no ir a ver teatro. Y menos a un lugar que donde para entrar hay que llevar un huevo, a modo de trueque. Y ellos llegaban con sus panales de huevos, algo muy significativo y que utilizamos para alimentar a los mismos artistas”.

Hoy, muchos jóvenes siguen yendo a las funciones, sin que el TIP se los diga. Algunas pandillas han pedido programar funciones porque hay compañeros que no pudieron asistir. Esto se debe a que los jóvenes sienten el proceso de reflexión, porque después de cada obra hay un foro sobre lo que vieron, lo que sintieron y se sienten parte de algo. “Las pandillas vienen acá y charlan y pareciera que fueran amigos de siempre. Ellos se unen como si fueran hermanos”, dice Eider Alexander Rubio, quien hoy en día es instructor de baile de Casa Naranja.

Sin embargo, hay jóvenes que a pesar de estar en el proceso vuelven a reincidir o hacen el doble juego de estar en el proyecto y seguir en la pandilla. “Con ellos se deben tomar medidas para que no escuden sus acciones con el programa. Se habla con ellos y si continúan por esos malos pasos se les solicita que se salgan”, afirman en TIP.

Pero también hay historias positivas de jóvenes que empiezan sus proyectos de vida y se retiran para comenzar a trabajar o para empezar su emprendimiento. “En cada comuna hay jóvenes que han salido adelante y tienen una vida diferente. Algunos entran al Dagma, al Centro de Cultura y para muchos su vida cambió, porque ya tienen para cubrir sus necesidades, sin pensar en quitarle las cosas a otro o estar desesperados pensando en entrar en conductas que no favorecerían a sus vidas, para poder salir adelante” comenta Aguilar.

Ya han pasado tres años desde el inicio de este proyecto, que sigue creciendo y llegando a más jóvenes que necesitan un espacio donde escuchen su voz, para poder sentirse reconocidos y alejados de los malos caminos.

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