El desplazamiento forzado no solo es un flagelo ocasionado por las balas del conflicto armado. No. El desplazamiento forzado también lo generan los feminicidas con las familias de las mujeres que ellos asesinan. Ellos no visten de camuflado, al contrario, van con la cara descubierta de frente a su víctima, por lo general su pareja o expareja.

Este es el caso de los tres hijos de Rosileny Huertas Gómez, de 42 años, la mujer apuñalada por su expareja en una oficina de la zona industrial de Yumbo el pasado 6 de marzo. Ellos tuvieron que huir de Cali seis días después de enterrar a su mamá ‘Rosy’, como le decían de cariño sus seres más cercanos.

El de Rosileny fue el feminicidio número nueve en el área metropolitana de la capital del Valle este año, según datos recopilados por El País en la Fiscalía. Antes de ella, fueron asesinadas Támara, Sandra Mary, María Darly, Yuliana, Beatriz Zuleima, Sandra Patricia, Valentina y Nubia.

A la fecha ya son 15 casos en lo que va del año en el Valle, 14 de ellos en el área metropolitana de Cali, donde en 2017, a mayo, iban la mitad de feminicidios.  

Desde una ciudad desconocida y a través de otro número celular, Érika Valencia Huertas, de 23 años, la hija mayor de Rosileny y madre de dos niñas de 2 y 4 años, cuenta que la vida lejos de la ciudad que la vio crecer ha sido difícil, pero es más dura por estar lejos de los restos de su mamá.

-Después de que pasó todo, recibimos amenazas por parte de la familia de este tipo, en especial de un hermano de él. La verdad es que si mi mamá hubiera tomado la decisión, en su momento, de haberse ido y escondido, igual le hubiera pasado lo que pasó. Yo no me podía arriesgar porque de por medio están mis hijas, mis hermanos, yo por ellos tengo que velar, quedaron a cargo mío. La decisión de salir de Cali fue por miedo. Yo soy la mayor, sigue mi hermano de 19 años y mi hermana de 15 años-.

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Los feminicidios dejan marcas en las familias, crean dramas internos que llevan a que los allegados tengan que cambiar de vida, de rutinas. Dejarlo todo. En estos casos, los asesinos obligan a los hijos, nietos, sobrinos, primos, de una u otra manera, a hacer un duelo lejos de los restos mortales de sus seres queridos.

-Todo ha sido muy difícil, Cali fue la ciudad donde vivimos siempre y allá quedan todos los recuerdos de nuestras vidas. Empezar de cero no es fácil, no es fácil adaptarse al cambio. Estar lejos de mamá es algo que no puedo explicar, el vacío que deja una madre es irreemplazable y más para nosotros que siempre fuimos tan unidos, lo bueno y lo malo siempre lo sabíamos. Después de que pasan estas cosas valoras aún mas los momentos mas simples en familia-.

Rosileny había advertido en la Fiscalía, a través de una denuncia, que venía siendo víctima de violencia por parte de su expareja, hoy en una cárcel de la ciudad por el delito de feminicidio agravado.

En la URI del ente acusador la mujer radicó una querella por violencia intrafamiliar contra su agresor por unos hechos ocurridos la noche del 9 de septiembre de 2017. T ambién hizo la advertencia ante las cámaras del noticiero 90 Minutos.

-Cuando él vivía con nosotros en la casa dejaba a mi mamá muchas veces encerrada, ella no podía salir de la habitación ni a comer, teníamos que comer solos. Todo era lo que él quisiera. Ya después de la denuncia llegaron los seguimientos de este tipo a todo lado y nos llamaba diciendo que nos estaba vigilando-.

Era posesivo y celoso. No aceptaba que, 20 días atrás del asesinato, Rosileny le dijera que ya no quería estar más con él por su violencia reiterada. Finalmente, la mujer fue asesinada por el hombre que conoció en octubre de 2016 y con quien se casó en diciembre del mismo año.

-Nosotros extrañamos todo de ella, definitivamente nos hace mucha falta mi mamá. Yo creo que aparte de denunciar y tomar medidas preventivas como acudir a la Policía, las mujeres deben tomar la determinación de cambiar su vida y no permitir más violencia. El llamado también es a las autoridades para que no permitan que pasen más cosas así-.

La hermana quinceañera de Érika está cursando décimo grado de bachillerato y el joven fue inscrito para iniciar estudios en diseño gráfico.

Érika es mamá y papá. Sus dos hermanos y ella son hijos de tres hombres distintos. Su hermanita quedó huérfana tras el asesinato de su madre, pues su papá hace seis años murió. “De mi papá no sé nada, solo tenemos contacto con el papá de mi hermano”, cuenta Érika desde un lugar donde quiere rehacer su vida y la de sus seres más cercanos. Hay cicatrices que no desaparecen.

El drama de los feminicidios también silencia a las familias de las víctimas que prefieren manejar cada caso en la intimidad de su hogar, por lo menos así pasa con los asesinatos de Beatriz Zuleima Tróchez Pencuá, de 25 años, y Támara Rivera Widgewa, de 18 años, dos mujeres muertas a manos de sus exparejas en hechos del 21 de enero y el 22 de febrero respectivamente. Sus allegados prefieren guardar silencio ante cada caso y llevar su tragedia de manera privada.

Jhor Jhany Esquivel Alvarán, de 26 años, también fue asesinada por su expareja. El crimen ocurrió el 4 de abril en el sector de Torres de Comfandi, norte de Cali, y su feminicidio fue el número diez del año.

En este caso, la víctima denunció al agresor por violencia intrafamiliar, pero este no fue detenido a tiempo. La mujer fue asesinada por el hombre con un arma de fuego, cuando ella ingresaba a su vehículo. Luego él se suicidó de un disparo en la frente.

El 26 de febrero pasado, Jhor Jhany había denunciado al padre de sus dos hijos (un niño de 9 años y una niña de 15 meses) luego de salir, voluntariamente, de la Casa de Protección de la Alcaldía, donde estuvo durante diez días en un proceso de restitución de derechos.

Natalie García Arias, prima de Jhor Jhany, residente en Estados Unidos -aunque ellas se consideraban como hermanas porque se criaron juntas desde pequeñas- cuenta detalles del pasado violento que padeció la joven y que incluyó desde agresiones físicas hasta sexuales.

-Ella nos contó que fue agredida por él durante muchos años, pero el último año fue el más violento. La perseguía, la golpeaba, la amenazaba y la celaba al punto que el WhatsApp de ella, él lo tenía en el computador para vigilarla. También recibió golpes en lugares del cuerpo donde no quedaran las marcas o no se vieran, como en las costillas, por ejemplo. ‘Si te veo con otro tipo te voy a matar’, ‘no des papaya’ o ‘para qué estudiás si vos te vas a morir prontico’. Esas fueron algunas de las frases que él le decía a mi hermanita-.

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Precisamente, esas agresiones condujeron a que ella buscara apoyo en la oficina de Casa Matria de la Alcaldía de Cali, donde fue asesorada para que denunciara la violencia de la que estaba siendo víctima.

-Pero pasaron 32 días entre la denuncia de ella y que la Fiscalía la llamara para ampliar la denuncia, eso quiere decir que son laxos con el tiempo y cuando hay una vida en riesgo hay que actuar ya, darse cuenta de que tienen vidas de mujeres de por medio y de niños porque nada va a ser igual para ellos sin la mamá, nunca vamos a superar este dolor sabiendo que hay herramientas para actuar rápido, agrega Natalie, la ‘hermana’ de la víctima-.

Sin embargo, la Fiscalía sostiene que la mujer, un día antes del asesinato, manifestó por segunda vez su deseo ante las autoridades de “no continuar con la investigación, además de no querer volver a asistir a ningún otro requerimiento ni a valoraciones médicas ni psicológicas”, según sostiene un comunicado de la entidad.

-El día anterior al asesinato, ella dijo que iba a ir a conciliar con su victimario porque la mamá del señor le dijo que se lo iba a llevar a España, pero que mientras tuviera el denuncio no podía salir fuera del país. Y le pregunté a ella si él había estado violento y me dijo: ‘Nata, él me ha estado siguiendo, pero la hermana y la mamá me dicen que le ayude porque él acá no me colabora con nada, no trabaja ni nada, quizás si se va para allá me puede apoyar con algo para los niños porque yo estoy sola con todo’. Cuando salió de allá le dijo a mi mamá que había llorado y que estaba sensible y no sabía qué iba a pasar. Eso fue lo ultimo que hablamos-.

Al otro día, Jhor Jhany salió de trabajar y se dirigió al apartamento del hombre para estar con los niños. Luego de varias horas salió del conjunto residencial para abordar el carro Chevrolet Sail, de color gris, que tenía parqueado afuera con el objetivo de ir a la casa de una tía en el sur de la ciudad donde estaba viviendo luego de salir de Casa Matria.

Sin embargo, cuando llegó al carro y desactivó la alarma para abordar el automotor, el hombre abrió una de las puertas traseras, ingresó al carro y le disparó en al menos tres oportunidades. Luego el asesino se disparó en la frente. Ella llegó al Hospital Joaquín Paz Borrero sin signos vitales, mientras que él murió dos días después en la Clínica Imbanaco.

Para Pedro Rodríguez, doctor en psicología y profesor en la Universidad del Valle, el asesinato de una mujer por su condición de género, como el caso de Rosileny y Jhor Jhany, es el último episodio de una cadena de todo tipo de violencias.

“Este suele comenzar con agresiones verbales y ya luego escala a diferentes episodios de abuso, el control sobre el vestido de la mujer y sus decisiones, sumado a insultos. Casi nunca los feminicidios ocurren como eventos inesperados, por eso decimos que son el punto más alto de los abusos de género junto con los otros elementos como la violencia física, sexual, psicológica y económica”, dice.

El experto recomienda que ante la más mínima señal de agresiones o abusos de cualquier tipo, las mujeres deben buscar apoyo profesional para una adecuada y oportuna exploración psicológica de la víctima.
“Como en muchos casos, los hombres abusan de su pareja al obligarla a tener relaciones sexuales. Pero es una idea socialmente instaurada que sentencia que el hombre tiene derecho y poder, respecto a la posibilidad de decidir si la mujer desea o no acostarse con él”, concluye.

"Los feminicidios no son hechos aislados"

Ana Carolina Quijano, subsecretaría de Equidad de Género de Cali, reveló que en lo corrido del año se han atendido a 273 mujeres víctimas de violencia que llegaron a Casa Matria, por primera vez, buscando orientación frente a sus casos. Otros 436 reportes son seguimientos de casos de años anteriores.

Quijano, en entrevista con El País, recuerda que en la capital del Valle existe una ruta de atención para las mujeres víctimas de violencia conformada por Fiscalía, comisarías de familia, entidades prestadoras de salud y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Icbf, en el caso que las víctimas sean menores de edad.

“Nosotros somos apoyo y acompañamos a la mujer en el proceso de denuncia de su caso, esto es importante que se tenga en cuenta porque nosotras no somos parte de la ruta de atención, solo brindamos asesoría, es decir, si nos llega una mujer víctima de violencia la direccionamos hacia la entidad donde debe ir”, afirma Quijano.

¿Cuáles son las principales agresiones hacia las mujeres en Cali?


En los procesos que llevamos desde la Subsecretaría en Casa Matria hemos encontrado que la violencia más frecuente es la psicológica. En cuanto a los feminicidios debemos decir que no son hechos aislados o que pasan porque sí, cuando la mujer es víctima de ese delito es porque fue sometida a violencia psicológica, física, económica y sexual.

¿Cuáles son los daños psicológicos de una mujer agredida por su pareja?

Imagina una mujer que es sometida a violencia física, sexual o psicológica durante cinco años, lo más probable es que no se va a desarrollar felizmente en la sociedad. Va a ser una mujer que se le dificultará tomar decisiones sobre su vida. Cuando hay una afectación ocasionada por otra persona que ejerce en ella un control y poder es cuando le dicen a esa persona: “no sirves para esto”, “haz esto”, “tú no eres buena para trabajar”. Por eso la violencia es sistemática, es un ciclo, y la mujer termina creyéndose ese discurso.

¿Cuáles son esos principales mensajes de agresión hacia ellas?

Yo no me siento muy cómoda haciendo referencia a ese tipo de acciones, pero lo que sí puedo decir es que una relación en la que yo le hable a mi pareja de forma hiriente pues no es una relación sana, así yo considere que es jugando o molestando. ¿Por qué yo debo revisarle el celular a mi pareja? ¿por qué yo debo saber el número de cuenta de mi pareja? ¿por qué saber si puede ir o no donde tal persona o si debe vestir de esta forma o de la otra?, eso no es cuidar a la pareja, usted cuando cuida algo es cuando lo trata con respeto.

¿Qué llamado le hace a los hombres?


Dos cosas, una que entiendan que la construcción de pareja también es de forma individual y que implica diferencias entre cada uno. Lo segundo es decirles que el mundo cambió, nosotras cambiamos y estamos haciendo actividades que antes nunca pensamos que íbamos a hacer.

Vea en el siguiente video cómo funciona el 'Violentómetro', un instrumento para prevenir el maltrato contra la mujer en Cali:
"Si el hombre dice que la va a matar hay que creerle, no es mentira"

Olga Amparo Sánchez, directora de la Casa de la Mujer en Bogotá, quien además es activista e investigadora de la violencia contra la mujer, lleva varios años indagando sobre el tema de los feminicidios y la violencia de género en sus diferentes expresiones, así como también las formas de relacionarse de los hombres y las mujeres en sociedad.

“Si el hombre les dice que las va a matar eso es cierto, no es mentira, él en la oportunidad que tenga lo convierte en realidad porque el feminicidio es el final de muchas situaciones de violencia. Unas veces empieza por el maltrato físico, otras por el psicológico, pero lo que sí es real es que las agresiones van escalando. Sin embargo, lo que vemos es que las mujeres denuncian y no pasa nada”, dice la experta.

Sánchez explica que muchas veces las mujeres no pueden salir del espiral de agresiones  por lo que ella llama “naturalización de la violencia”, alimentado por mensajes poderosos de la sociedad hacia la víctima como que “si te golpea es porque te quiere” o “¿cómo vas a enfrentar tu vida sola?”

“Se trata de todo un entramado de mensajes que llevan a que las mujeres naturalicemos esa violencia, por eso lo primero que tenemos que hacer es empezar por ‘desnaturalizar’ las violencias de cualquier tipo y entender que esto no es natural y que no son normales porque atentan contra nuestras vidas”.

La mujer explica que cuando hay violencia física de por medio viene luego la fase conocida como ‘luna de miel’, donde el hombre ofrece perdón y salen frases de la boca de los agresores como: ‘disculpa, estaba borracho’ o ‘es que tú me sacaste la rabia’. “Él muestra arrepentimiento y le lleva flores, serenata o regalos, ella cree que va a cambiar y no es así”.
Los feminicidios, en muchas ocasiones, son la mezcla de varias inconsistencias.

“El problema no es la Ley sino que hay funcionarios y funcionarias que no cumplen con sus responsabilidades legales y constitucionales. Es muy frecuente o habitual que en las comisarías de familia, antes de un citatorio para el agresor, hablen primero de una conciliación, sabiendo que esto no es concertable ni negociable, muchos de los feminicidios son casos que han tenido medidas de protección reiterativas y no las cumplen”, explica Sánchez.

Otros escenarios de un feminicidio

La Ley 1761 de 2015 determina también otros escenarios posibles para tipificar el feminicidio, estos son algunos:

Tener o haber tenido una relación familiar, íntima o de convivencia con la víctima, de amistad, de compañerismo o de trabajo y ser perpetrador de un ciclo de violencia física, sexual, psicológica o patrimonial que antecedió el crimen.

Ejercer sobre el cuerpo y la vida de la mujer actos de instrumen- talización de género o sexual o acciones de opresión y dominio sobre sus decisiones vitales y su sexualidad.

Cometer el delito en aprovecha- miento de las relaciones de poder ejercidas sobre la mujer, expresado en la jerarquización personal, económica, sexual, militar, política o sociocultural.

Que existan antecedentes o indicios de cualquier tipo de violencia o amenaza en el ámbito doméstico, familiar, laboral o escolar por parte del agresor en contra de la víctima.

También que la víctima haya sufrido violencia de género por parte del autor de los hechos, independiente- mente si hubo antes denuncia o no.
Que la víctima haya sido incomunicada o privada de su libertad de locomoción, cualquiera que sea el tiempo previo a la muerte.

Atención

Cualquier agresión puede ser puesta en conocimiento a entidades como Casa Matria en Cali. Teléfono: 6688250.

También instituciones de salud o comisarías de familia.

Centro de atención a víctimas de la violencia familiar, Cavif, al número 6204100, extensiones 1095 o 1096.

Centro de atención a víctimas de abuso sexual, Caivas, teléfono 6204100, extensiones 1111-1120.

Procuraduría: fijo 390 8383, extensión 22502.

Personería: 3183355722

Defensoría del Pueblo: 8890014 o 6608856.

Consultorios jurídicos de universidades como la Santiago de Cali, Javeriana, Libre, Icesi, San Buenaventura y Cooperativa de Colombia. El Icbf, solo en caso de violencias contra niños y adolescentes.