Viajar a Teotihuacán es acercarse a uno de los lugares arqueológicos más impresionantes del mundo. A tan solo 50 kilómetros de Ciudad de México se levanta esta enigmática ciudad prehispánica que alguna vez fue el corazón político, cultural y religioso de Mesoamérica, y que hoy conserva las huellas de la grandeza de las civilizaciones antiguas.

Con sus majestuosas pirámides del Sol y de la Luna, su emblemática calzada de los Muertos y los vestigios de complejos residenciales y templos, Teotihuacán es mucho más que un destino turístico, es un viaje en el tiempo que permite comprender cómo se desarrollaron sociedades con conocimientos avanzados en arquitectura, astronomía y organización social.

“Si hacemos una línea en el tiempo, podemos establecer que Teotihuacanos y Mayas surgen en el 200 AC y tienen un desarrollo paralelo hasta el 800, ahí desaparecen. Luego vienen los Toltecas en la parte central del país, y estos Toltecas tienen un desarrollo de más o menos cien años, y desaparecen. Y luego vienen los Aztecas, que son los que fundan la ciudad sobre los vestigios. Entre Aztecas y Teotihuacanos hay 600 años de diferencia, y lo digo porque mucha gente piensa que Teotihuacán es Azteca, pero son civilizaciones totalmente diferentes las que pasaron por aquí”, cuenta Joaquín Ávila, guía turístico de Teotihuacán.

Cuando los aztecas descubrieron las monumentales pirámides en ruinas, quedaron tan impresionados que la llamaron “Teotihuacán”, que en náhuatl significa “Ciudad de los dioses”. | Foto: El País

Dicho esto, en 1987, la Unesco declaró a Teotihuacán Patrimonio de la Humanidad, reconociendo su valor cultural excepcional. Por ello, miles de visitantes de todo el planeta recorren cada año este sitio arqueológico, -uno de los más visitados del mundo-, fascinados por la magnitud de sus estructuras piramidales y la mística que envuelve a la también llamada Ciudad de los Dioses, -como fue llamada por los Aztecas-, donde hasta los sonidos hacen un eco particular.

Cabe decir que, aquellas estructuras piramidales que hoy conocemos, y que solo representan un tercio de lo que fue la ciudad, fueron diseñadas con una precisión inquietante, pues se dividen en taludes y tableros, que las hicieron resistentes a sismos, y que a diferencia de Egipto, -donde las pirámides se usaron como tumbas, aunque compartiendo varias similitudes-, en Teotihuacán fueron construidas para sacrificios, rituales y veneración a los dioses.

Miles de turistas de todo el mundo llegan cada año hasta este lugar, para conocer los enigmas de las civilizaciones prehispánicas. | Foto: El País

“La posición estratégica de estas estructuras buscaban recrear el cosmos, y lo aterrizaron en este tipo de estructuras, por eso la plaza de la luna tiene varios edificios a su alrededor, de tal forma que van sumando números. Y estos se asocian a ese concepto cosmogónico particular: los 9 niveles del inframundo, y 13 niveles del cielo”, destaca Ávila.

No en vano, es un lugar donde los arqueólogos han encontrado centenares de cadáveres, en especial de niños, quienes eran sacrificados. Estos sacrificios humanos, al igual que en otras culturas históricas, cumplían un papel sagrado y simbólico dentro de su cosmovisión.

Y es que, para ellos, ofrecer sangre y corazones humanos era una manera de ofrendar a las deidades para que garantizaran la continuidad del sol, la fertilidad de la tierra y la lluvia.

La pirámide del sol y la luna son unas de las estructuras más grandes de todo el complejo. | Foto: El País

“El concepto de muerte era un honor para ellos, porque la sangre, al final, iba a servir para alimentar a los dioses, y el dios, en cierta forma reciprocaba con las lluvias, la agricultura, la fertilidad, etc, los mantenimientos en general”, destaca Ávila.

No obstante, los pequeños no eran los únicos que mantenían estas dinámicas, también eran sacrificados algunos de sus guerreros. De hecho, en excavaciones de la Pirámide de la Serpiente Emplumada o de Quetzalcóatl, por ejemplo, se han encontrado restos de guerreros, sepultados con ornamentos, acompañados de cuchillos de obsidiana y collares hechos de mandíbulas humanas, restos que se pueden apreciar en el Museo Nacional de Antropología.

Hoy, este lugar atrapa a los amantes de la historia, la arqueología y en general a los viajeros, erigiéndose como un recordatorio de que América Latina es cuna de civilizaciones tan relevantes como las de oriente medio.

“Bienvenidos Colombia. México está abierto a que vengan, para que se sorprendan de las maravillas del pasado indígena de nuestro país, recuerden que la primera civilización que aparece en el continente americano fue precisamente en México. Parece ser que somos la cultura madre de todo el continente”.

La pirámide de la Luna ofrece una de las vistas más espectaculares de todo el complejo arqueológico. | Foto: El País

Más allá de las pirámides

Aquí, además de dicho atractivo arqueológico, quienes visitan Teotihuacán también pueden explorar la gastronomía local, con lugares como La Gruta, una caverna natural iluminada que funciona como restaurante, y que ofrece a los comensales icónicos platillos como los tacos de chapul, la barbacoa, los escamoles, el mole, entre otros.

El Restaurante La Gruta, es otro de los atractivos de Teotihuacán. | Foto: El País

Allí, los meseros suelen encender velas que los visitantes colocan en la cueva como símbolo de gratitud y buena energía, evocando antiguos rituales.

Cabe decir que, el país ahora puede ser visitado por los vallecaucanos con mayor facilidad, ante la apertura de la nueva ruta directa de Aeroméxico, que conecta a Cali con Ciudad de México.

La Gruta se ubica a tan solo 200 metros de la Puerta 5 de la Zona Arqueológica de Teotihuacan, atrás de la Pirámide del Sol. | Foto: El País