El mouse es un dispositivo fundamental para la interacción con cualquier equipo de cómputo, ya sea de escritorio o portátil. Su correcto funcionamiento garantiza una navegación fluida, precisa y eficiente. No obstante, es común que en algún momento este periférico comience a presentar fallas, como trabas, movimientos erráticos o ausencia de respuesta, lo que puede generar frustración e impactar negativamente en la productividad.

Los inconvenientes en el funcionamiento del mouse pueden deberse a una variedad de factores, tanto físicos como relacionados con el software o el sistema operativo. Uno de los problemas más habituales es la acumulación de polvo o suciedad en el sensor óptico, especialmente en modelos que emplean tecnología láser o LED. Estos residuos impiden que el sensor detecte con precisión el movimiento, lo que provoca saltos, bloqueos o desplazamientos irregulares del cursor.

La superficie sobre la cual se utiliza el mouse también influye en su desempeño. Superficies brillantes, reflectantes o con texturas irregulares pueden dificultar la lectura del sensor, generando movimientos erráticos o poco precisos.

El polvo, las partículas de comida o la grasa de las manos pueden acumularse en la superficie del mouse o en el sensor óptico/láser. | Foto: Getty Images

En dispositivos con cable, una conexión USB floja, defectuosa o mal conectada puede provocar interrupciones. Por su parte, en los modelos inalámbricos, la causa puede estar en baterías con poca carga, interferencias electromagnéticas o un receptor mal insertado.

Asimismo, el funcionamiento del dispositivo puede verse afectado por la presencia de programas en segundo plano, virus informáticos o configuraciones erróneas del sistema. Cambios recientes en el software o la falta de actualizaciones también pueden generar conflictos que repercuten en su desempeño.

Medidas para solucionar el problema

Identificar con precisión el origen de la falla es fundamental para aplicar una solución efectiva. A continuación, algunas recomendaciones prácticas:

  • Limpieza del sensor y la superficie de uso: Se aconseja inspeccionar la parte inferior del mouse y eliminar cualquier suciedad con un paño suave y seco. También es recomendable utilizar una alfombrilla adecuada, preferiblemente de color oscuro y con una textura homogénea.
  • Verificación de la conexión: En el caso de los mouse con cable, se debe desconectar y volver a conectar el dispositivo, preferiblemente en otro puerto USB. Para los modelos inalámbricos, conviene revisar el estado de las baterías y asegurarse de que el receptor esté correctamente instalado.
  • Revisión del sistema operativo: Ejecutar un análisis de seguridad para detectar posibles amenazas informáticas y verificar la existencia de actualizaciones pendientes puede prevenir o corregir fallas relacionadas con el software.
  • Prueba cruzada con otros dispositivos: Para descartar problemas de hardware, se recomienda conectar el mouse a otro equipo o probar un mouse diferente en el computador afectado.
El computador puede presentar fallas en el funcionamiento. | Foto: Getty Images

En la mayoría de los casos, estas acciones son suficientes para restablecer el correcto funcionamiento del dispositivo. Sin embargo, si el problema persiste, podría ser necesaria la sustitución del mouse por uno nuevo, especialmente si presenta daños físicos internos o desgaste por uso prolongado.