El análisis y las cábalas sobre el confuso panorama de la campaña para la presidencia, con más de 70 precandidatos, se podría simplificar un poco si se trata de ubicar esa absurda cantidad de aspirantes en un número reducido de grupos de afinidad ideológica. Imposible hacerlo según partidos políticos, porque estos también son absurdamente numerosos -más de 30- y además porque la mayoría no tienen ideología, programas ni principios.

En el análisis político es usual hablar de tres campos ideológicos: la izquierda, la derecha y el centro, siendo este último el mayoritario. Teorías como la del ‘votante medio’ pronosticarían que, en un sistema de dos vueltas electorales, un candidato del centro debería ganar con facilidad, pues los electores se alejarían de los extremos. En Colombia eso no ha pasado en las dos últimas elecciones y por eso pasamos de un presidente de derecha a uno elegido con las banderas de la izquierda.

Una de las razones por las que ganó la polarización, y por las que puede volver a hacerlo, es porque en el mapa político colombiano ya están definidos los extremos con un solo campo de la izquierda y uno de la derecha, mientras que no existe un solo centro, sino tres, con demasiados precandidatos que tienen más diferencias entre ellos que con los extremos, por lo que es imposible que se unan.

En efecto, en la izquierda los siete aspirantes del Pacto Histórico ya han aceptado una consulta el próximo mes de octubre para seleccionar uno de ellos, siendo los dos más opcionados el reconocido senador Iván Cepeda y el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, y una consulta amplia en marzo con otras fuerzas progresistas.

En la derecha hay dos subgrupos y un solo patrón verdadero: el Centro Democrático con cinco aspirantes, de los cuales el patrón posiblemente escogerá a Miguel Londoño, para frustración de las dos fieles senadoras a las que les pondrán conejo por tercera vez. En el otro subgrupo están los imitadores criollos de Bukele o Milei. Al final la derecha tendrá un solo candidato, aunque no hay acordado ningún mecanismo para seleccionar un solo candidato, pero el dedazo del patrón será el que decida.

El problema del centro es que hay tres centros: el centro-izquierda con personas como Juan Fernando Cristo, Roy Barreras o Clara López, que participarían en una consulta de frente amplio en marzo, pues defienden programas de cambio similares a los del gobierno, pero se distancian del estilo y los extremos del presidente. El centro-derecha con nombres como Mauricio Cárdenas, Germán Vargas o Juan D. Oviedo, que se han alejado del desprestigio de los partidos tradicionales; no son de extrema, pero ya han tenido aproximaciones con la derecha para conformar un bloque único de oposición al gobierno.

Queda el centro-centro, con aspirantes tan valiosos como Sergio Fajardo o Claudia López, que hasta ahora no tienen ningún acuerdo ni mecanismo para seleccionar un solo candidato para la primera vuelta. Si no lo hacen, tendrán muy poca probabilidad de pasar a la segunda vuelta y ser una alternativa a la polarización.

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Adenda: Aun en el muy poco probable caso de que el gobierno lograra la aprobación de su ley de financiamiento por $26 billones, tendría que destinar en los siguientes años el 29 % (unos $7,5 billones) a transferencias al SGP, lo que aumentaría el déficit fiscal.