Los actos de vandalismo y las violentas protestas que se presentaron a finales de la semana anterior en contra del acueducto que se construye para brindar agua a 5.000 habitantes de la zona rural de Candelaria, no se justifican ni se entienden.Esos hechos, que llevaron a militarizar el lugar y la sede de Acuavalle en Pradera desde donde se proveerá el agua, siguen retrasando la culminación de las obras que le permitirán al corregimiento de Villagorgona contar con un servicio público que es esencial.Está demostrado que compartir el agua de Pradera no generará riesgos de desabastecimiento para ese municipio, que es la excusa de quienes han provocado las manifestaciones en contra de la obra.Lo que hace preguntarse si hay intereses de otra índole en las protestas que ya han degenerado en varias ocasiones en problemas de orden público.