Hasta los argentinos están indignados con el trato que sus autoridades dieron a miles de colombianos que acudieron al partido en Buenos Aires.Para todo el mundo es inexplicable que en un país amante del fútbol le niegue la entrada al estadio a cinco mil personas que viajaron desde Colombia con entradas pagas para ver su selección nacional.Y que la policía los haya obligado a despojarse de sus camisetas, mientras dejaba pasar sin problemas a los argentinos, en un grotesco e inaceptable espectáculo de discriminación que desconoce la esencia del deporte. Tampoco se entiende por qué otros fueron atacados con gas pimienta y ultrajados en las afueras del estadio Monumental, cuando no hubo el menor conato de disturbios.El fútbol está para unir a los pueblo y no para dividir. Por eso, las autoridades argentinas están obligadas a explicar la forma miserable en que trataron a los colombianos y que fue difundida al mundo por los medios de comunicación de su país.