La masacre cometida en una estación de tren en Kunming, China, al que las autoridades de esa nación no dudan en calificar como terrorista, es un atentado extraño en un país totalitarista.En un acción insólita una decena de hombres y mujeres ingresaron al lugar, atacaron con puñales y dagas a los pasajeros, provocando la muerte a 34 personas y heridas a 148 más.Ningún grupo se ha reivindicado el hecho pero el Gobierno acusa a los separatistas de Xinijiang, una región del norte donde vive la etnia uigur, que pide la independencia para el Turquestán Oriental.Es el segundo ataque que se le atribuye a ese grupo, luego del carro bomba que explotó en octubre pasado en la plaza de Tiananmen, y que al igual al atentado de esta semana ocurrió antes del cónclave del Partido Comunista.Ahora el régimen anuncia más mano dura contra los separatistas, lo que genera temor de una mayor represión en China.