Tras veinte años de frustraciones y de equivocaciones que han llevado al desmonte de la economía y al éxodo de millones de sus ciudadanos, Venezuela vive hoy una nueva etapa de protestas y de hechos que pueden desencadenar cambios sustanciales.

Ayer, recordando la caída de la tiranía en 1958, los venezolanos salieron a la calle en todas sus ciudades a exigir sus derechos, recibiendo la represión del régimen que ya causó la muerte de doce de los manifestantes.

Entre tanto, el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, se proclamó presidente encargado de su país y fue reconocido por varios gobiernos de América entre los que se encuentra Colombia.

A su vez, el Gobierno realizó una manifestación con sus partidarios, y su Tribunal de Justicia exigió la disolución de la Asamblea Nacional, el único órgano elegido sin el fraude que acostumbra la dictadura de Nicolás Maduro.

Y si bien los militares leales a Maduro encabezados por su Ministro de Defensa le juran fidelidad, en muchas localidades venezolanas se hacen a un lado para permitir la protesta o expresan simpatías por el movimiento que busca el cambio.

Es pues un momento crucial el que vive Venezuela, en el cual será definitivo el respaldo internacional, la unión de y la perseverancia de los venezolanos para acabar con el desastre de la tiranía y la reconstrucción de las libertades y el progreso de su Nación.