Un acto atroz. No de otra forma puede llamársele al cruel asesinato de Bernardo Echeverry y Héctor Cabrera, los dos párrocos de la Iglesia San Sebastián en Roldanillo.Matarlos por robarlos es un hecho condenable que merece toda la atención de las autoridades no solo para que se castigue a quienes lo hicieron, sino para proteger a quienes cumplen misiones importantes dentro de la comunidad.El lamentable desenlace de estos dos guías espirituales, ajenos a los actos de violencia, tiene que servir para entender que estas personas no pueden seguir expuestas a la guerra entre pandillas o a la miseria de los ladrones.La conmoción que ha despertado el hecho en la comunidad se convierte también en un llamado a las autoridades para que brinden permanente seguridad y vigilancia en las iglesias, a sus sacerdotes y a todos los feligreses.