La investigación de la Aerocivil sobre el accidente del avión de LaMia, ocurrido en Antioquia el 28 de noviembre, muestra una triste verdad: la tragedia fue el resultado de una serie de errores humanos que nunca debieron ocurrir y acabaron con la vida de 71 personas.En este caso no se trató de incidentes impredecibles o de fallas técnicas que pudieron aparecer durante el vuelo.En la aeronave que transportaba al equipo brasileño del fútbol Chapecoense a disputar la final de la Copa Suramericana con el Nacional de Medellín, la cadena de errores y omisiones comenzaron desde antes de su partida.Las autoridades aeronáuticas de Bolivia fallaron al autorizar la salida del avión pese a las inconsistencias que conocieron de antemano sobre el tiempo de vuelo y la cantidad de combustible que llevaba.Ahora también se sabe que la compañía aérea no tenía permisos para hacer vuelos como el que hizo a Colombia, y que la tripulación fue consciente desde un principio que debía hacer una parada para reabastecerse de gasolina para llegar a su destino, lo que inexplicablemente nunca sucedió.Además, ahora se sabe por la controladora aérea que manejó de forma profesional la situación desde el aeropuerto de Rionegro, que se puso en riesgo a por lo menos otros tres aviones que volaban en la zona.Al final, el resultado trágico son las 71 vidas humanas que se perdieron, y que debieron ser más importantes para LaMia y su piloto que unos cuantos galones de gasolina o la posibilidad de recibir una multa.