Mientras el Presidente sancionaba la Ley de Víctimas, Ana Fabricia Córdoba, una mujer que sufrió en carne en propia los abusos perpetrados por los grupos armados ilegales, fue asesinada en forma vil. En el año 2000 la mujer debió desplazarse de su natal Urabá a Medellín, luego de que paramilitares asesinaran a su marido y robaran sus tierras. El año pasado esa misma violencia le arrebató a uno de sus hijos. Desde entonces la mujer se convirtió en vocera de las víctimas del conflicto armado y luchó para que el crimen de su hijo no quedara impune. Por ello recibió amenazas y no dudó en afirmar que sabía que la iban a matar. Finalmente su temor se hizo realidad sin que el Estado hiciera lo necesario para evitarlo.Este crimen recuerda que no basta con expedir leyes para resarcir a las víctimas del conflicto y buscar la reconciliación nacional. También es primordial que el Estado las proteja de la persecución que sufren por reclamar los derechos que les fueron vulnerados.