Que 200.000 caleños sean hoy consumidores de drogas, alcohol y cigarrillo refleja uno de los problemas sociales más graves que padece la ciudad.Aunque la decisión de consumir drogas pertenece al fuero de cada persona, hay qué preguntar los efectos que tiene para la comunidad.Es innegable el daño que se causan a ellos mismos, y que esos consumos son responsables en alto porcentaje de las riñas y los homicidios que se presentan en la ciudad. Sin duda el problema no se soluciona con la represión sino brindando a los consumidores la atención que requieran para superar sus problemas. Pero también es claro que la permisividad del Estado está en la raíz de una conducta que termina haciendo daño a la sociedad.Por eso, los controles son necesarios, tanto como la educación a las nuevas generaciones, el objetivo del nefasto microtráfico que busca nuevos consumidores.