Los graves problemas que presenta el Inpec seguirán sin resolverse mientras en Colombia no se adopte una verdadera política carcelaria. Son evidentes las falencias en el tratamiento integral del delito, desde el momento en que una persona es capturada hasta que se resocializa.Lo que existe en Colombia es una colcha de retazos, que se agrava porque en el Inpec es costumbre nombrar a los directores por recomendaciones o como cuotas políticas, y no porque respondan a políticas penitenciarias que defiendan a la Nación.Aquí no se puede seguir otorgando casa por cárcel a delincuentes de todos los calibres, o tolerando abusos como los permisos de salidas que los prisioneros usan para andar la calle como cualquier parroquiano. Tampoco viendo cómo los recursos se van a un barril sin fondo, mientras en las cárceles siguen el hacinamiento y las condiciones deficientes.Mientras la solución no parta de una reforma a las políticas carcelarias, no habrá manera de que el Inpec tenga un buen director.