El paseo al río Pance es una tradición en Cali, pero a sus visitantes se les olvidó la importancia de cuidar ese patrimonio de la ciudad.

Las imágenes que muestran cómo quedan los alrededores del río luego de un fin de semana son desoladoras.

Cientos de personas llegan, disfrutan del lugar y cuando se van lo dejan lleno de basuras, con desperdicios regados por todo el lugar.

Ahí es cuando se comprende que el problema más grave de Pance no es la congestión vehicular que se forma los domingos.

Es la destrucción a la que se somete un bien natural que les pertenece a todos los caleños.

De poco le sirve a Cali tener el privilegio de contar con siete ríos si su gente no sabe cuidarlos y defenderlos de quienes los maltratan.

Son las basuras que se dejan en sus riberas, las invasiones que se forman a su alrededor, la contaminación por las aguas servidas que se tiran a sus cauces.

A los caleños hay que educarlos para que quieran, defiendan y conserven al Pance y a los demás ríos de la ciudad.

Si no se logra, se estará destruyendo el tesoro natural más valioso que hoy tiene la capital del Valle y se les estará arrebatando ese patrimonio a las generaciones futuras.