Caprecom es el ejemplo de cómo la intervención del clientelismo en la salud acaba con el servicio público.Por décadas la EPS estatal fue un fortín burocrático que se repartieron los políticos de turno, mientras la corrupción se apoderó de la institución, la hizo inviable financieramente y obligó a la intervención por parte de la Superintendencia de Salud el año pasado.Hoy las consecuencias las padecen los afiliados, entre ellos 170.000 que hay en Cali.Se volvió común que los usuarios no sean atendidos por los hospitales de la red de salud local, como resultado de la deuda que tiene con ellos la entidad y que llega a los $3.000 millones.Desde el fin de semana sólo se reciben urgencias y procesos de parto, y están suspendidas las consultas y cirugías programadas.Caprecom requiere soluciones urgentes y radicales, porque de ello depende la vida de muchos colombianos.