Al Transmilenio, el sistema de transporte masivo de la capital, le quedó grande Bogotá.No es sólo la falta de buses, como puede ocurrir hoy con el MÍO en Cali mientras se pone a funcionar al 100% el servicio.Es que la actual Administración Distrital no ha hecho mayor cosa para resolver los problemas de servicio.Que se evidencian en filas interminables de pasajeros en la mayoría de estaciones y en retrasos de horas para abordar un articulado. Mientras los bogotanos protestan, el alcalde Petro se preocupa más por bajar la tarifa del pasaje, prohíbe que se habilite la línea por la Carrera Séptima, el corredor más largo de la ciudad entre el centro y el norte, y no permite que la Troncal de la 26 llegue al aeropuerto.Así, un problema que es de movilidad se le está convirtiendo a Bogotá en uno de orden público por no tomar decisiones acertadas.