El fin de semana anterior, mientras Argentina salía muy despacio de la ola de calor más intensa de los últimos cien años, Estados Unidos era azotada por la tormenta invernal ‘Hércules’, la de temperaturas más bajas en 30 años.Y cuando parte del país suramericano aún no había recuperado el servicio de electricidad colapsado por el verano intenso, la Nación norteamericana lloraba a los 16 muertos que dejó la tormenta y trataba de volver a la rutina pese al cierre de aeropuertos, escuelas y empresas.Son los extremos de un clima que parece loco y lleva los termómetros a límites poco conocidos por las generaciones actuales.Difícil prever o aminorar los efectos de esas temperaturas extremas, pero lo que sí puede hacerse es una reflexión sobre el efecto que el daño provocado por la humanidad al medio ambiente les está produciendo al planeta y a su clima.