Si bien el sistema de alertas tempranas establecido en Mocoa fue eficaz para prevenir otra tragedia y evacuar a tiempo a 20.000 personas, las recientes inundaciones evidenciaron que el problema de esta capital continúa vigente.

Aún no se construyen todos los muros de contención que se requieren y el plan de inversiones está a medias.

Pero el centro del asunto no es solo ejecutar las obras para prevenir inundaciones ni reubicar las familias situadas en sitios de alto riesgo. Es necesario ir más allá.

Putumayo es uno de los departamentos que más ha sufrido la deforestación, se estima que la cuenca del río Mocoa ha perdido el 20 % de la cobertura boscosa que se tenía en 1990 y que unas 9000 hectáreas se deforestan cada año en esta región.

Ese departamento sufre las consecuencias del narcotráfico que destruye el medio ambiente, de la ganadería extensiva, la explotación petrolera irresponsable y el desarrollo de obras que no respetan la naturaleza.

Las autoridades ambientales no deben bajar la guardia frente a lo que pasa en esta región, de lo contrario, la tierra continuará desmoronándose, amenazando con tragedias como la ocurrida el 31 de marzo de 2017.

Lo ocurrido en Mocoa también demuestra la importancia de concluir la recuperación del jarillón del río Cauca.

Queda demostrado una vez más que la naturaleza y, especialmente los ríos, pueden originar tragedias humanas que pueden evitarse.