Cinco días después, el mundo aún no se repone de las imágenes devastadores que dejó la masacre cometida en la universidad de Garissa, en Kenia.Otra vez, a nombre del fundamentalismo religioso, son asesinados 148 jóvenes estudiantes, indefensos y a quienes lo único que les interesaba era formarse en el conocimiento.Ahora fueron los shebabs, radicalistas islámicos que pelean por el retiro de tropas kenianas de Somalia y reivindican la lucha por la recuperación de tierras para los musulmanes, quienes bañaron de dolor a África.Una guerra declarada también por el Estado Islámico, Al Qaeda o Boko Haram, que no tiene límites ni respeta la condición humana.La lucha contra ese radicalismo reclama de las acciones de la comunidad internacional en su conjunto y del rechazo general del mundo.