Las manifestaciones de este domingo en Brasil demuestran el descontento por la recesión económica y la corrupción que campea en el gobierno de Dilma Rousseff. Indignación que se intensificó luego de conocerse el escándalo de Petrobras, la empresa más grande del país desde donde se giraron de manera fraudulenta 4.000 millones de dólares durante la última década.Por eso, un millón de brasileños protestaron por las calles de Sao Paulo y medio millón más de personas en otras 83 ciudades de Brasil, para pedir la renuncia de la mandataria reelegida hace tres meses por un margen de apenas 3%. Como ocurrió antes del Mundial de Brasil 2014, lo que hay ahora es el disgusto de una nación que ha visto en los últimos dos gobiernos un sistema político corrupto cuyo clientelismo carcome todos los niveles del Estado.