Es inaudito que en pleno Siglo XXI el mundo sea testigo de un drama tan terrible como el que está viviendo Somalia y las otras naciones que conforman el llamado cuerno de África. Más de doce millones de personas están en riesgo de morir de hambre debido a la peor sequía que ha azotado a esa región en los últimos 50 años.Pero la situación se ha tornado aún más grave en Somalia por la presencia del grupo islamista Al-Shabad, que en nombre de un extremismo ideológico se ha negado a que la sociedad occidental auxilie a los somalíes víctimas de la hambruna. Es ante catástrofes como ésta cuando la ONU debe actuar decididamente pues fue creada precisamente para conjurar las crisis humanitarias que asolan a las naciones. Y la comunidad internacional no puede seguir siendo indolente ante el drama que afecta al continente más pobre del mundo.