Al parecer, cada que usted, amigo lector, abre una cuenta en las redes sociales, le gira un cheque en blanco a una empresa para que haga lo que quiera con un derecho básico para cualquier ser humano: el de la intimidad.

Esta semana Facebook reconoció que contrató personal para escuchar y transcribir conversaciones de voz realizadas por sus usuarios a través de Messenger y que fueron vendidas a terceras empresas para uso comercial.

Se trata de un caso reincidente de abuso que se da un año después de que la Comisión Federal de Comercio de EE.UU. los multó con US$5000 millones por violar la privacidad de 87 millones de personas.

Pero rápidamente el gigante de las comunicaciones olvidó las disculpas y el compromiso que asumió con los usuarios de respetarles la intimidad. Y lo ha hecho de nuevo.

Con lo que es claro que a Facebook poco le importan las sanciones porque lo que ganan con el modelo de espionaje es infinitamente superior a las multas que recibe.

Porque más allá de que fue una condena histórica en EE.UU., la multa de US$5000 millones resulta irrisoria, pues sólo equivale al 9% de las utilidades que tuvo en el 2018.

Y no es solo Facebook el que viola la intimidad. Todas las empresas que usan reconocimiento de voz, llámese Apple, Google o Amazon, han reconocido prácticas similares para mejorar sus servicios y jamás se lo notifican a sus usuarios.

Así, cuando haga uso de las redes, sepa que todo lo que diga está siendo grabado. Y que es probable que ese mensaje pueda ser usado en su contra.