El Valle lleva cien años hablando de la necesidad de construir una vía que comunique al país de Oriente a Occidente y le brinde una oportunidad de desarrollo a regiones que desde siempre se han visto rezagadas.

La idea ha dado vueltas desde principios del siglo pasado, cuando un grupo de líderes de Palmira planteó la necesidad de unir a Buenaventura con Huila, Meta y la Orinoquía, a través de la Cordillera Central, por las ventajas que esa conexión vial ofrecería para el comercio.

Ahora la propuesta parece concretarse luego de que el Gobierno Nacional, a través de Invías, asegurara que el Plan Maestro con los diseños, la factibilidad y la viabilidad financiera para la Conexión Orinoquía-Pacífico quedará listo en el 2018.

Este es, sin duda, el proyecto de infraestructura vial más ambicioso e importante en el que se embarcará la Nación por los próximos años.

Sobre todo, porque significa permitir el desarrollo de departamentos que han sido excluidos del progreso de manera reiterativa, a la vez que se le da a Buenaventura el reconocimiento como el principal puerto marítimo del país y puerta de acceso al comercio internacional del Pacífico.

Por eso, aun sabiendo las dificultades, los costos y el desafío en ingeniería que significará construir la carretera de 1200 kilómetros, la Nación debe garantizar que ese sueño centenario nacido en el Valle, ahora sí se haga realidad.