Mientras no haya un cambio social, cultural y de comportamiento, difícilmente se evitarán tragedias como la del conductor en estado de embriaguez que pone en riesgo o acaba con la vida de los demás.Muchas vueltas se han dado sobre los castigos que deben recibir quienes lo hacen, pero imponer una sanción no acabará por sí solo con un asunto que lleva años discutiéndose.El problema no está en la mezcla del alcohol y la gasolina, sino en la aceptación en Colombia de que cualquier actividad social debe ir acompañada de licor. Para que ese comportamiento cambie hay que empezar por desligar el alcohol de la cultura y de las relaciones interpersonales.Si queremos una Colombia ajena a esos hechos y evitar que las cifras de accidentes y muertes se sigan elevando, hay que iniciar por crear conciencia en los jóvenes y los niños sobre el daño que les causa las bebidas alcohólicas.