Por Edwin Maldonado

El Valle del Cauca fue líder nacional en inversión en infraestructura hace tres décadas. Entre 1993 y 1998, la participación del sector construcción en el PIB departamental se ubicó en torno al 6 %, el nivel más alto en 40 años, cuyo promedio ha sido de apenas 4 %. Este auge coincidió con un momento histórico en el que el Valle fue pionero en infraestructura vial.

Pocos recuerdan que la primera concesión vial del país nació en el Valle: la doble calzada Buga–Tuluá–La Paila, que dio origen a la primera generación de concesiones (1G) durante el gobierno de Gaviria. Luego, con la segunda generación (2G), en el gobierno de Samper, se consolidó la Malla Vial del Valle, se dinamizó la inversión en conectividad y el sector construcción ganó fuerza.

Los vallecaucanos nos sentíamos orgullosos de tener las mejores carreteras del país. Pero en este siglo, hemos visto cómo no se han desarrollado nuevos proyectos de gran escala por la creciente desidia de los gobiernos nacionales, a pesar de que el Valle es el departamento que más moviliza carga en el país.

Edwin Maldonado fue secretario de Desarrollo Económico de Cali. | Foto: El País

En 2024, transportó más de 49 millones de toneladas, el 34 % del total nacional, y por Buenaventura entra más del 50 % de las importaciones.

Durante la tercera y cuarta generación de concesiones (3G y 4G), el Valle quedó rezagado. En la 3G (Pastrana y Uribe), no se adjudicaron concesiones para la región, aunque hubo avances por obra pública en la vía a Buenaventura.

En la 4G (gobierno de Santos), de 28 proyectos nacionales, el Valle solo logró uno: Mulaló–Loboguerrero, que, tras casi 10 años, sigue sin ejecutarse. Nueve ya se concluyeron, diez están en operación y el resto sigue en construcción. Antioquia, con diez proyectos, ya alcanza 97 % de avance; el nuestro permanece en el limbo.

Con la 5G (gobierno Duque), hubo una mejora: se incluyeron cinco proyectos y se adjudicaron dos. El primero fue la Nueva Malla Vial del Valle y el segundo, la doble calzada Buga–Buenaventura. Pero parte del presupuesto del primero se transfirió al segundo para su cierre financiero, reduciendo su alcance.

Tras casi tres años del gobierno Petro, Mulaló–Loboguerrero no avanza por capricho del Presidente. Los dos proyectos de 5G adjudicados marchan lento por conflictos sociales, y los otros tres siguen sin avances por negligencia del Gobierno. El aeropuerto del Suroccidente acumula aplazamientos; el Tren del Pacífico y la profundización del canal de acceso a Buenaventura siguen en estudios.

Otros proyectos como el Tren de Cercanías esperan cofinanciación nacional y la conexión Pacífico–Orinoquía, que debería ser una prioridad, no tiene avances.

Estos retrasos reflejan una constante: la falta de voluntad política para ejecutar proyectos que son clave no solo para el Valle, sino para Colombia, pero los gobiernos nacionales siguen ignorándolo.

No podemos seguir postergando el futuro mientras esperamos lo que debimos tener hace una década. Necesitamos un gobierno que le cumpla al Valle, pero sobre todo necesitamos liderazgos en el Valle que realmente tengan la capacidad de unir fuerzas para cambiar esta historia de rezago.