"Luego de 17 años, en Venezuela ganó el grito de paz y reconciliación, de cambio y libertad. Se impuso contra la invocación a la violencia, a la división y el empobrecimiento que encabezaron quienes pretendieron nivelar por lo bajo y sumieron en la pobreza a una de las sociedades más prósperas y con mayor riqueza de América".

Luego de 17 años, en Venezuela ganó el grito de paz y reconciliación, de cambio y libertad. Se impuso contra la invocación a la violencia, a la división y el empobrecimiento que encabezaron quienes pretendieron nivelar por lo bajo y sumieron en la pobreza a una de las sociedades más prósperas y con mayor riqueza de América.El principal factor para el triunfo de la oposición fue la posibilidad de unirse y reflejar el hastío de los venezolanos contra un régimen inmoral e incapaz que es carcomido por su corrupción y hundió a su nación en la desesperanza. La MUD pudo así interpretar el rechazo a todo lo que representan Nicolás Maduro, el desapacible Diosdado Cabello y todos aquellos que explotan el nombre de Hugo Chávez para esquilmar a su país.Noventa y nueve escaños contra cuarenta y seis, y veintidós más a la espera de un resultado final que el Consejo Nacional Electoral, manejado por una de las más emblemáticas figuras del Gobierno, se niega a publicar. Esa es la cosecha que recogieron quienes lograron un frente común para competir contra la amenaza permanente de los jefes de la dictadura disfrazada de democracia, reconocida apenas por unos pocos de los antiguos aliados, cuya lealtad compró con la riqueza del pueblo venezolano.El resultado también fue posible por el giro que dieron los comandantes de las Fuerzas Armadas venezolanas, protectoras hasta ahora de Maduro y su corte. Esta vez dijeron basta, desplegaron su poder en las calles, controlaron las bandas criminales que atemorizaban a cualquiera que no estuviera de acuerdo con la boliburguesía, y desarticularon cualquier posibilidad de fraude.Apareció de nuevo el tantas veces mentado binomio pueblo-Fuerzas Armadas. Y se produjo el resultado que se esperaba, no sin temores por lo que podía ocurrir. Pero la mezcla de control militar y decepción del chavismo, sumado al empuje de la oposición y el rechazo a la persecución de las libertades, la pobreza, el desmantelamiento de la iniciativa privada, lograron lo que parecía imposible.Sin embargo y pese a la abrumadora victoria, la tarea no ha terminado. Por el contrario, y como lo han expresado líderes como Henrique Capriles, Lilian Tintori y tantos otros, es momento para la reflexión, la humildad y la reconciliación. Es decir, para no repetir los errores del chavismo, y recoger al Bravo Pueblo alrededor de su recuperación, del cambio que necesita para reconstruir un país lastimado por el populismo irresponsable y venal.Por supuesto, deberán empezar cuanto antes a separar los poderes públicos. Deberán también ejercer el debido control político al Ejecutivo, así como a liberar a los prisioneros de la intolerancia. Eso es lo que esperan los millones de votantes que le arrebataron el poder a la tenaza chavista y se lo entregaron a una oposición que fue capaz de convertirse en alternativa.Y en un futuro no muy lejano, deberán empezar la revocatoria del mandato a Nicolás Maduro, a Diosdado Cabello y a toda esa estela de corrupción e ineptitud que pisotea el mensaje de Bolívar hundiendo a su nación en la peor crisis social, política y económica de su historia.