"El asunto ahora no es generar un conflicto sino encontrar la solución. Lo cual empieza por hacer un corte de cuentas y aportar lo necesario para avanzar hacia el último tramo, cuando el sistema llegue al punto de equilibrio que desahogue las penurias financieras de los involucrados y resuelva también las dudas y las dificultades de los usuarios..."

Tras años de esfuerzos y no pocos inconvenientes, el Sistema de Transporte Masivo está cerca de alcanzar el equilibrio necesario para lograr su objetivo. No obstante, los problemas financieros y las dificultades que atraviesan sus operadores pueden producir una crisis de proporciones que derrumbaría lo alcanzado hasta ahora y podría poner en peligro la cercana posibilidad de conseguir la transformación que Cali necesita en su comunicación y en su vida urbana. Los problemas por los que pasan los operadores, uno de los cuales ya solicitó la ley de quiebras, son reales en la medida en que el proyecto original presenta demoras que han impactado sus cálculos y su situación financiera. Como también es cierto que desde los transportadores se han presentado incumplimientos y demoras que pueden hacerlos acreedores a sanciones de las autoridades municipales y de Metrocali. Es decir, hay la posibilidad cierta y próxima de conflictos entre los operadores de un lado y el Gobierno Municipal, el Nacional y Metrocali. Las consecuencias de ellos serán imprevisibles para las partes involucradas en los litigios que ya se vislumbran. Pero no cabe duda que los grandes damnificados serán la ciudad que experimentará un retroceso de consecuencias catastróficas y los caleños que con dificultades innegables se van acostumbrando a un cambio en su vida. Y mientras tanto, quienes han aprovechado siempre el caos del transporte público serán los grandes beneficiarios.Ante esa amenaza hay que reaccionar con decisión y compromiso. El asunto ahora no es generar un conflicto sino encontrar la solución. Lo cual empieza por hacer un corte de cuentas y aportar lo necesario para avanzar hacia el último tramo, cuando el sistema llegue al punto de equilibrio que desahogue las penurias financieras de los involucrados y resuelva también las dudas y las dificultades de los usuarios, a quienes hay que enseñarles la manera de usar el MÍO, además de entregarles la red que reemplace el transporte tradicional de los buses y las busetas. Es decir, hay que mirar adelante. Con la posibilidad de invertir $90.000 millones que aprobó en días pasados la Nación, la solución puede estar muy cerca. Con esos recursos se podrá terminar la infraestructura y es posible apoyar a los operadores dándoles liquidez para atender sus compromisos, mantener en movimiento el sistema y completar el parque automotor que se necesita. Así podrá el Municipio acabar con los vehículos que operan en paralelo, constituyéndose en una competencia ilegal y dañina. El problema es cómo superar la barrera de trámites y exigencias que impiden usar esos dineros antes de tres meses. La respuesta la tienen el Gobierno Nacional y el sistema financiero. Ese debe ser su compromiso con Cali. Que no se olviden que el MÍO ha demostrado su viabilidad como sistema de transporte y su importancia como herramienta para transformar la vida urbana. Dejarlo al garete cuando está próximo a lograr su equilibrio es renunciar al progreso y consentir una derrota inaceptable para el orden y la tranquilidad de Cali y las demás ciudades de Colombia.