"...una guerra ha quedado larvada en esta antigua nación árabe y sus complejidades amenazan con rebasar las fronteras iraquíes, arrastrando consigo a iraníes, sirios y turcos".

Tal como lo plantearon algunos críticos, desde el inicio de la invasión estadounidense a Irak y el posterior derrocamiento de la dictadura de Sadam Hussein, la balanza se inclinaría hacia el bando del radicalismo islámico iraní.De hecho, al retirarse de Iraq los estadounidenses dejan un país devastado, erizado de confrontaciones internas y amenazado por dos potencias regionales: Turquía e Irán. La primera, un país poderoso que ya despachó 10 mil milicianos para hacer frente a posibles desórdenes provocados por la población kurda del norte de Iraq, con la que mantiene una pugna histórica.La segunda, Irán, que representa una amenaza aún mayor. País cuna de la llamada ‘Revolución de los Ayatollah’ y cuyo poder real se encuentra en el Consejo de fundamentalistas de la secta chiíta, la mayoritaria del mundo musulmán, y cuyo sueño es un solo territorio gobernado por la sharia, o ley islámica, y que ya en el pasado se enfrascó en una larga y destructiva guerra con Iraq, acicateada por el dogmatismo religioso. Infortunadamente, Nuri al Maliki, el presidente iraquí actual y la mayor parte de su gobierno, pertenecen a la secta chiíta y son cercanos a los gobernantes iraníes.De allí que la serie de atentados terroristas que ocurren a diario en las ciudades de iraq estén dirigidos contra la comunidad chiíta, pues sus rivales, la secta suní, no sólo se encuentra desplazada del gobierno sino que teme la ocurrencia de una coalición entre iraquíes e iraníes. De alguna manera, tanto los suníes en el centro y sur del país, como los kurdos en el norte, pregonan que están librando una lucha de corte independentista.Para Maliki y los chiítas Irán no es el problema, sino los suníes y los kurdos. Los primeros, aunque minoría, conforman la élite intelectual del país y fueron los que ejercieron el gobierno durante la dictadura de Hussein; los segundos constituyen una antigua población secesionista con raíces históricas en Siria y Turquía. Para los kurdos no hay solución política en el marco del estado iraquí: ellos aspiran a crear la república de Kurdistán.Desde el pasado 22 de diciembre, poco después del retiro de las fuerzas estadounidenses se iniciaron los atentados con bombas y carros bombas, tanto en Bagdad como en 14 ciudades diferentes del país. Los blancos no han sido instalaciones militares o gubernamentales, sino áreas de población de la mayoría chiíta. Desde entonces se suceden este tipo de actos dejando decenas de muertos y centenares de heridos.Por su parte el Estado iraquí y sus fuerzas de seguridad no parecen listos para afrontar estas arremetidas. Por eso Maliki insitió tanto para que EE.UU. dejara un destacamento que se ocupara de mantener el orden en el país, solicitud que no fue aceptada por el presidente Obama, en virtud de su promesa de campaña de salir de Iraq antes de que terminara el 2011.Pero una guerra ha quedado larvada en esta antigua nación árabe y sus complejidades amenazan con rebasar las fronteras iraquíes, arrastrando consigo a iraníes, sirios y turcos. Nada está claro aún, fuera de que al final de una guerra quedó garantizado el comienzo de otra.