"La historia del Chocó es la de la orfandad y la falta de oportunidades que padece todo el Pacífico colombiano. Una región rica en recursos minerales que como antes el platino y hoy el oro, son arrancados de sus entrañas sin que dejen las huellas de progreso que de ellos se esperan".

Otra vez las malas noticias hacen que Colombia pose sus ojos, aunque sea por un momento, sobre el Chocó. Es la lucha contra el olvido secular, que impide al resto de la Nación, empezando por el centralismo asfixiante, encontrar la forma de llevar progreso para derrotar la pobreza y el aislamiento al cual parecen condenados los habitantes de ese maravilloso rincón del país.Ya empiezan a escasear los calificativos para describir lo que está pasando en esa región. Son los índices de pobreza superiores al 65% de su población, o las necesidades básicas insatisfechas que superan el 80%, según sus autoridades. Es la corrupción que se rapa los pocos recursos de su Departamento o de muchos de sus municipios, en los cuales se destaca por su ausencia la presencia de un Estado capaz de llevar educación o salud. Y son las explotaciones ilegales, aliadas con toda suerte de agrupaciones criminales, que destruyen su medio ambiente, atemorizan a los ciudadanos y contaminan a una juventud sin oportunidades para su progreso.Y, claro, están las guerrillas que se pelean entre ellas de manera feroz por apoderarse de la minería o del narcotráfico, aliadas con los peores criminales. Parece mentira que ahora, mientras el país está pendiente del desenlace que tendrá el secuestro del general Rubén Darío Alzate por las Farc, el ELN haya ‘decretado’ un paro armado en el departamento. ¿Qué buscan? ¿Es alguna demostración de poder o, como todo parece indicar, la necesidad de robar algo del protagonismo que han logrado los secuestradores?Las crónicas escritas por la reportera de El País enviada a Quibdó para cubrir el secuestro del General, ha servido para conocer parte de las dolorosas realidades que padecen los chocoanos. Circunstancias atroces, donde la falta de recursos elementales se combina con el temor de parte de la población a que sean amenazados por la guerrilla si reciben ayudas de la labor social que el Ejército adelanta en la región. Eso da a entender cuán lejano está el Estado de esos ciudadanos, necesitados de apoyo, amparo y protección, pero rodeados de la ilegalidad que los intimida y explota sin consideración alguna. La historia del Chocó es la de la orfandad y la falta de oportunidades que padece todo el Pacífico colombiano. Una región rica en recursos minerales que como antes el platino y hoy el oro, son arrancados de sus entrañas sin que dejen las huellas de progreso que de ellos se esperan. Y su riqueza ambiental, que podría ser explotada para generar turismo ecológico, o sus playas que podrían albergar visitantes nacionales y extranjeros, son apenas refugios en los cuales se agazapan los delincuentes que sí saben explotar el valor estratégico de una región abandonada.Hoy, el Chocó es protagonista de la actualidad nacional. Ojalá, cuando se logre la liberación de los secuestrados, no vuelva a ocurrir lo mismo que sucedió después de la masacre de Bojayá. Entonces, el olvido y las promesas incumplidas fueron las respuestas que recibieron sus habitantes, a pesar de sus necesidades y del drama que deben padecer entre la violencia y el atraso.