"Siete años después de iniciada, la pesadilla de la minería ilegal en la vía a Buenaventura sigue su marcha. Ahora, además de amenazar las vidas e integridad de quienes la explotan, el peligro se cierne sobre la infraestructura que conduce a la primera ciudad en el Pacífico colombiano".

Siete años después de iniciada, la pesadilla de la minería ilegal en la vía a Buenaventura sigue su marcha. Ahora, además de amenazar las vidas e integridad de quienes la explotan, el peligro se cierne sobre la infraestructura que conduce a la primera ciudad en el Pacífico colombiano.En sus inicios, el Valle comenzó a ver cómo se le abrían heridas a la cuenca del río Dagua, se desviaba su cauce, a Zaragoza llegaban hordas de personas -se calcula que fueron cinco mil- para dedicarse a un negocio que a ellas les daba el sustento diario y a quienes lo financiaban les llenaba los bolsillos. Aparecieron caseríos nuevos, la maquinaria se convirtió en el instrumento de destrucción, se materializaron los rostros de quienes estaban al mando y la violencia apareció junto con centenares de muertos a los que se sumaron aquellos que se llevaban los socavones.Todo ello frente a la indiferencia, el silencio y en algunos casos el apoyo de funcionarios y autoridades venales. Debieron pasar muchas tragedias antes de que el Gobierno Nacional, el Departamento y el municipio de Buenaventura se decidieran a actuar. El negocio aparentemente se cerró, pero todo indica que quedaron rendijas que se convirtieron de nuevo en grandes y graves boquetes. La ineficiencia y la actuación por lo menos errática del Estado han quedado en evidencia.Son 500 socavones y túneles de hasta de 25 metros de profundidad los descubiertos entre Bendiciones, Zaragoza y Cisneros, cerca a las estructuras de la doble calzada que se está terminando de construir hacia Buenaventura y de la línea del ferrocarril. El riesgo es evidente y crece la posibilidad de que sobre el sector se cierna una tragedia que puede llevarse vidas, vías y de paso afectar aún más el desarrollo social y económico de la principal ciudad portuaria de Colombia.Las consecuencias de esta minería ilegal que sigue fuera de control, pueden ser tan nefastas como que se pierdan 50 años de esfuerzo. Eso es lo que ha llevado construir la doble calzada, por la que se transportará antes del final del año el 60 % de la carga que sale y entra al país por vía marítima. Su primera víctima es ya el tren del Pacífico, que dejó de operar hace pocos días entre otras razones, según la firma contratista, por el peligro que han generado los socavones que se abren sin control.El daño que sigue haciendo la minería ilegal en la región ya es incalculable, tanto como los costos que conllevará su reparación. Eso suponiendo que se adelanten las acciones que se reclaman de parte de la Nación, del Departamento, de Buenaventura y de las autoridades ambientales. No basta con que la Fuerza Pública haga presencia porque está demostrado que pese a sus esfuerzos no alcanza a frenar esa actividad.El Valle se tiene que pronunciar y debe levantarse para que exigir que se actúe como debe ser para acabar con un mal de tal tamaño. A este otro enemigo que le sale a Buenaventura y que puede llevar a su aislamiento, hay que acabarlo de raíz y para siempre. De lo contrario seguiremos lamentando el atraso y la indiferencia del país con respecto al océano Pacífico.