"Luego de varios meses de tensas discusiones y polémicas, el Gobierno Nacional expidió el decreto mediante el cual se reduce al 70% el máximo del arancel que se podrá aplicar a las importaciones de azúcar. La decisión parece ser la adecuada para atender la obligación del Estado de proteger una agroindustria de la cual depende la economía de toda una cadena productiva que se caracteriza por ser bandera del sector agrario en Colombia".

Luego de varios meses de tensas discusiones y polémicas, el Gobierno Nacional expidió el decreto mediante el cual se reduce al 70% el máximo del arancel que se podrá aplicar a las importaciones de azúcar. La decisión parece ser la adecuada para atender la obligación del Estado de proteger una agroindustria de la cual depende la economía de toda una cadena productiva que se caracteriza por ser bandera del sector agrario en Colombia.Lo recomendable hubiera sido mantener el techo original del 117%. En un mercado caracterizado por la distorsión que nace de los innumerables subsidios, créditos y protecciones sanitarias y de todo orden, Colombia no podía abandonar a su suerte a un sector que durante muchos años ha generado riqueza, desarrollo, bienestar, mano de obra e impuestos para la Nación. Antes que el privilegio a unos pocos que algunos insisten en mostrar cuando reclaman el desaparecimiento del arancel, lo que existe en la medida es una aplicación sensata de la legislación para responder a un negocio donde la decisión política se antepone a los dictados del mercado libre. En ese orden de ideas, y aunque nunca se ha llegado a los niveles máximos, ese arancel es un mensaje claro sobre la disposición del Estado colombiano de defender a los productores de los derivados de la caña de azúcar de la competencia subsidiada. Era, y seguirá siendo así se rebaje en 47 puntos porcentuales, una declaración de hasta dónde estaban dispuestas a llegar las autoridades para impedir las peligrosas ingenuidades de quienes todavía piensan en que el mundo, y más el mercado internacional del azúcar, se mueve por la pureza de la oferta y la demanda.Ahora, el techo se reduce al 70%, lo que parece ser una rebaja razonable en medio de las presiones que pretenden acabar las protecciones a la agricultura colombiana. Y se crea también un comité técnico sectorial integrado por los Ministerios de Agricultura y de Industria y Comercio para “profundizar en un periodo de tres años los impactos positivos en los precios al consumidor”. Dicho comité revisará los precios, el empleo, las exportaciones, las importaciones y otras tantas variables, y “emitirá concepto frente a una posterior modificación del arancel máximo aplicable”.Se liquida así la amenaza de establecer una rebaja al 40% que se plasmó en un proyecto de decreto anterior. Sin embargo, no deja de inquietar que en algunos sectores del Gobierno se siga insistiendo en desmontar mecanismos que en todo el mundo se usan para evitar las maniobras que destruyen las empresas agroindustriales con el pretexto de defender al consumidor, mientras otras industrias, casi siempre multinacionales, se lucran de ello sin rebajar sus precios.El debate fue intenso, y los argumentos de los azucareros, los paneleros y los cultivadores de la caña de azúcar fueron escuchados por el Presidente de la República. Sin embargo, hay que estar alertas para evitar que los intentos por acabar con las protecciones arancelarias, legítimas y recomendadas en todo el planeta, vuelvan a amenazar la estabilidad de la agroindustria nacional.