No hay peor ciego que el que no quiere ver ni peor sordo que el que no quiere oír. Es lo que le está pasando al alcalde Jorge Iván Ospina con el proyecto de ‘Cali Inteligente’ que no pasó en el Concejo de la ciudad.

Desde la Alcaldía pretenden darle un giro a lo acontecido el jueves anterior, cuando en el último día de sesiones de la Corporación el citado proyecto se hundió por falta de quórum, luego de un receso del que no regresó al recinto buena parte de los concejales que le han dicho que sí a todo lo que ha pedido la actual administración.

Las razones de su ‘huida’ fueron claras: las voces de los caleños rechazando la propuesta se hicieron escuchar con contundencia en las ‘galerías’ del Concejo, en las redes sociales, en las calles. Con tantos cuestionamientos al manejo de los recursos públicos y a los vericuetos por los que se ha metido el actual gobierno local para contratar, no había nada claro sobre el beneficio de crear una nueva empresa con participación público-privada, para manejar el alumbrado público, las cámaras de seguridad, los semáforos y en teoría la modernización tecnológica que requiere Cali.

¿Que se necesita avanzar en ese sentido y la capital del Valle se merece ser una ciudad ‘inteligente’? Sin duda, pero hay que hacer ese proceso con claridad, transparencia y sin ampliar la burocracia o generar nuevas fuentes que le sirvan de alimento a la corrupción. Es justo el reclamo para que esos $142.000 millones que se invertirían en la nueva empresa se le inyecten a Emcali que tiene todas las condiciones para hacerlo si se toma la decisión de hacer la reestructuración que demanda la entidad, que incluye dejar de verla como el fortín burocrático y clientelista que ha sido desde siempre.

El problema es que el alcalde Ospina se niega a aceptar que esa partida la perdió, y ahora nos sale con el cuento de que el proyecto de acuerdo no está muerto y que van a llamar a sesiones extras en el Concejo para revivirlo a la fuerza. Es decir, que para el mandatario y su ex esposa, quien está a la cabeza de la idea, la propuesta no se hundió aunque el artículo 143 del reglamento interno de la Corporación caleña dice que si un proyecto no pasa en primer debate, para que sea estudiado posteriormente debe presentarse de nuevo.

Hasta la tarde de ayer, cuando escribí está columna, la resolución llamando a sesiones extraordinarias al Concejo no se conocía, por lo que espero que la lógica, y no la pataleta, haya primado.

Los caleños queremos ver a nuestra ciudad progresar, que sea una urbe moderna del Siglo XXI en todo los sentidos y eso incluye que esté a la vanguardia de la tecnología que es hoy la herramienta para garantizar su desarrollo y el de su población. Pero no se puede hacer a cualquier precio, creando empresas que generan tantas dudas cuando hay una que cuenta con la materia prima para hacerlo y que si se tomaran las decisiones que son podría abrirse a la inversión privada por lo menos en dos de sus componentes, sin que la ciudad deje de ser su socio mayoritario.

Alcalde escuche a las mayorías de verdad, las que están en las calles, las que se vieron representadas en las graderías del Concejo el jueves anterior, no las que últimamente trinan en las redes sociales y que parecen pagadas por alguien. Porque no es lógico que el 90% de quienes defienden proyectos como el de ‘Cali Inteligente’ en espacios como Twitter hayan abierto sus cuentas apenas entre septiembre y octubre de este 2021 (sí, me tomé el trabajo de revisar uno por uno en varios trinos y encontré esa coincidencia). Eso suena a ‘bodeguitas’ locales pagadas por alguien -esperemos que no con recursos públicos.

Saber perder es una de las condiciones del buen jugador, sobre todo si se es Alcalde.

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