Se dice que las ideologías no se basan necesariamente en la realidad, sino en narrativas, hasta cuando la realidad haga caer la estantería. Y para que ellas calen en la mente de la gente, sus líderes acuden a la propaganda y a las mentiras.
El mundo de la tecnología y medios masivos permite multiplicar los mensajes en esa línea, de modo exponencial, con lo cual, su alcance es inmenso y acelerado. Cuando su utilización es una política de gobierno, se afecta el derecho de la sociedad a la libre determinación y a la cultura e información veraz e imparcial, en la medida en que aquel mueva los hilos de la comunicación y el presupuesto, para sus propios objetivos.
En Colombia, el Ejecutivo acude a la estrategia de bodegas para posicionar o desviar la opinión en redes, y a la vinculación de asesores e influenciadores para el marketing de contenidos y conexión emocional. Son verdaderos aparatos de propaganda en función de los intereses del jefe del Estado. Gustavo Petro reconoció en X haber hecho uso de una “poderosa red de comunicación” (24-7-2025), supuestamente para defenderse de la información del periodismo.
Su reciente y gran avanzada, propia de un régimen totalitario, fue servirse de la red de más de ciento cincuenta entidades oficiales para lanzar consignas desde sus cuentas. Inauguró esa maquinaria conminando a los jefes de comunicación de ellas a radicalizar el discurso, lo que significa impulsar el petrismo y sus apuestas politiqueras, en vísperas de elecciones.
Según La Silla Vacía (15/09/25), inmediatamente después de la alocución del viernes anterior, las cuentas oficiales de 77 de dichos organismos se convirtieron en una bodega replicando mensajes idénticos, agresivos, como nunca antes se usaron los medios del Estado para la agenda de un mandatario. Hubo 307 trinos alrededor de #SeRobaronLaSalud, incluso entidades sin relación con la salud. Un burdo y lesivo plan.
El Presidente no solo copa las redes sino también, cada vez con más frecuencia, la televisión nacional. Sus alocuciones en canales públicos y privados se prolongan durante horas, lo más posible, explayándose en ocurrencias, inexactitudes, globos, falacias y agresiones verbales a diestra y siniestra. No es extraño que así sea, es resultado de tener como modelo a Hugo Chávez y emular el programa ‘Aló Presidente’, que el dictador impuso para martirio de los venezolanos, ahora para martirio de los colombianos con su aprendiz.
El objetivo de la propaganda ventajosa y desleal es ganarse las masas con mentiras, sin importar los datos precisos, los hechos y la lógica, vender la fábula que la gente quiere oír, sembrar odio, denigrar y atraer a los afectos a líderes promeseros. Y cuando no se sabe qué es mentira y qué es verdad, muchos eligen creer lo que quieren creer, un fanático hipnotizado no escucha ninguna razón. Según la filósofa Hannah Arendt, “la sociedad se siente siempre inclinada a aceptar inmediatamente a una persona por lo que pretende ser, de forma tal que un chiflado que se haga pasar por genio tiene unas ciertas probabilidades de ser creído” (“Los orígenes del totalitarismo”).
La conducta de un gobernante se mide por sus reglas de juego de cara a la oposición, a la democracia y a la veracidad en sus palabras. Debemos leer las reales intenciones, quitar el papel celofán en que se envuelve la propaganda, para medir sus daños económicos y morales.